De las lecturas de juventud al nuevo hallazgo ‘barojiano’ (opinión)

Al parecer han encontrado en Itzea, la casa familiar en Bera (Navarra) de la familia de Pío Baroja, un manuscrito inédito del autor de El árbol de la ciencia. Se titula Los caprichos de la suerte, y ¡vaya si ha sido una suerte hallar tal presente!
En más de una ocasión, creo recordar, he confesado que durante mi época adolescente poco leía. No obstante, el arte literario de don Pío siempre me atrajo desde que leyera aquella novelita titulada Zalacaín el aventurero. Las aventuras y desventuras de este muchacho criado por un viejo pariente, Tellagorri, me aportaron varias tardes de gracia. La trama de las guerras Carlistas en su trasfondo, la acción que se desarrollaba durante la historia me atraparon, al igual que otra de sus obras que quizá no sea tan conocida o mencionada, como es Las inquietudes de Shanti Andía. Puede que los quehaceres de este marinero intrépido quedaran eclipsados por la magna obra barojiana, El árbol de la ciencia, que data de la misma fecha, 1911. 
Ahora, el capricho del destino, si es que el hallazgo ha sido fruto de ese algo, nos proporciona una nueva oportunidad de leer a uno de los más grandes escritores de nuestras letras. La historia, según han informado los expertos, cierra la trilogía que el autor --siempre proclive a englobar sus obras por tríos-- dedicó a la Guerra Civil española, Las Saturnales, que iniciara El cantor vagabundo y Miserias de la guerra. Como pueden comprobar, la vida todavía puede sorprendernos. 

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