Ligados al último callejón sin salida y con miedo (opinión)

Hemos dejado que nos encierren, que limiten nuestra libertad. Hemos sido blandos, o peor aún, conformistas. La llamada Ley Mordaza es un paso más en el camino de la civilización, esa civilización que se ha construido, como creyera el escritor norteamericano Henry Miller, "fingiendo que mantenemos a nuestros seres queridos". Y es que, añadía, "robamos, engañamos, prevaricamos, castigamos, mutilamos, torturamos, herimos a nuestros semejantes". Y luego, si te he visto, no me acuerdo. Nadie es responsable, o dice que no lo es. Así nos va y así llega una ley que es un atentado en toda regla contra unos derechos que son primordiales. 
No sé en qué país vivo, ni cómo se ha llegado al extremo de olvidarse, o mejor dicho, ningunear como se está haciendo al ciudadano de a pie. Es irrisorio. Hasta en países de dudosas prácticas políticas alzan las manos aterrados, pues no logran comprender cómo se permite tal coacción en un país como el nuestro. El miedo siempre ha sido la herramienta más valiosa de los tiranos y la vida ha sido y seguirá siendo un infierno si estas acciones, que dicen ser políticas y por el bien de todos, se activan o se plantean siquiera. No ha lugar.
Continuamos siendo tan primitivos y radicales como siempre, por más que alguno se disfrace. ¿Somos esclavos de nosotros mismos? ¿Culpables? A estas alturas sí, lo somos. Seguimos reprimiendo, obviando, dejando víctimas a nuestro paso. "El hombre sigue ligado al último callejón sin salida", en palabras de Miller. 

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