Una doctora algo demente y obsesionada por la cirugía (reseña literaria)

En la jerga editorial, según me contó no hace mucho una traductora, se denomina blurb a esas «frases elogiosas de las fajas, contraportadas y paratextos varios». En otras palabras, es un soporte promocional, una especie de ardid para legitimar el producto que tienes entre tus manos. O sea, un blurb es esto que leo en la portada de Dolly City (Turner), de Orly Castel-Bloom: «Kafka en Tel Aviv».
Para los que conozcan un poco la producción literaria de Franz Kafka, puede que compartan la opinión de ilustres como Albert Camus o Jean-Paul Sartre, es decir, que su obra está impregnada de desesperación y absurdo. El autor checo satirizó como nadie la burocracia, y bien es cierto que en sus escritos subraya la alienación y versa sobre lo que podríamos llamar manía persecutoria. Hasta aquí, todo claro. Lo que ya me parece menos obvio, por no decir extrañamente acertado, es ese blurb que acompaña a Dolly City, obra que escribiera en 1992 la escritora israelí Castel-Bloom y que ahora llega a España. Dicen que este libro es todo un clásico contemporáneo de la literatura hebrea, "que se parece a Bulgákov y a Hunter Thompson y al Nuevo Periodismo y también a Keret". Yo, sintiéndolo mucho, veo poco de eso en este libro que leo con cierta aprensión casi desde la primera página.

Dolly City es una ciudad imaginaria de Israel en la que todo se traduce en caos. La protagonista es una mujer, una doctora que vive en un edificio de cuatrocientas plantas y que tiene en su hogar un laboratorio donde disecciona todo lo que pilla. Poco tarda el lector en darse cuenta del desequilibrio mental de esta teórica heroína que sin querer se topa con un bebé en una bolsa. Como su mente no es muy estable, por no decir directamente que es una perturbada, no deja de operar al niño; lo abre y cierra como si tuviera una cremallera durante años e incluso le practica una serie de incisiones que se tornan en cicatrices y que dibujan el mapa de Israel. Esa obsesión quirúrgica me lleva a abandonar esta novela distópica en más de una ocasión. Todo cuanto hace o deja de hacer me repugna y es por ello que no conecto en ningún momento con ella, ni veo un ápice de ese humor caricaturesco que, por ejemplo, caracterizara a Hunter S. Thompson, como indican algunos. Una pequeña decepción. 

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