Más allá de la tierra firme. Un viaje con Giono (reseña literaria)

Los nexos que se establecen entre las personas siguen resultándome sorprendentes. Existen conexiones psíquicas que uno no puede explicar. Todo es fruto de la casualidad o, si se prefiere, del grado de afinidad entre las partes implicadas.
Hasta hace relativamente poco no sabía de la existencia de Jean Giono, lo reconozco. La primera vez que oí hablar de este autor francés fue en boca de una persona que considero excepcional en muchos sentidos. Ella --sí, es una mujer-- invitó de forma inconsciente a mi mente inquieta a ahondar en la obra del que mi admirado Henry Miller reconociera como genial. 
Giono, traductor al francés de la gran novela estadounidense de Herman Melville Moby Dick, es el escritor de la Provenza por antonomasia; retrató como pocos su paisaje, su costumbrismo. Auténtico hombre de letras, este hijo de un zapatero anarquista y de una planchadora es, aunque muchos no lo hayan o no quieran reconocerlo todavía, uno de los grandes baluartes literarios del país vecino como lo demuestran algunas de sus novelas, como Colina, Renadio, El husar en el tejado o El hombre que plantaba árboles, entre otras. No obstante, mi primera incursión a su trabajo se ha llevado a cabo a través de su obra poética, quizá menos conocida. 
Bajo el título Fragmentos de un diluvio, la editorial Vaso Roto recopiló a finales del pasado 2014 los tres largos poemas que escribiera el de Manosque y que son esenciales para entender su trayectoria. La Caída de los ángeles, Un diluvio y El Corazón-Ciervo ofrecen un viaje al lector plagado de referencias clásicas grecolatinas o de autores franceses del XIX o escritores del calibre de Walt Whitman... En los tres textos poéticos Giono destila gracia y erudición, critica con una ironía sutil el modo de actuar propio del ser humano, se ríe del mundo pero se muestra serio al mismo tiempo. Dicho de otro modo, ahonda en la complejidad moral de nuestro mundo y lo hace con una gran sensibilidad y ritmo. En los tres poemas versa sobre Dios y el hombre, la religión, el orden y el caos, la libertad o falta de ella y la pasión...
Juan Ramón Ortega Ugena es el traductor y autor del prólogo de este libro en el que uno puede leer versos maravillosos y repletos de agudeza como el que sigue: "Son tan tontos que si pudieran imaginar que su muerte ha tenido algún tipo de interés para Dios, serían capaces de gloriarse".

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