Escribir y ser leído, todo un riesgo, una responsabilidad (opinión)

Sentirse leído, ¡qué sensación! Ser consciente de que aquello que escribes lo leerán una, dos, decenas o centenares de personas, normalmente ajenas a ti, extrañas, es un aspecto emocionante y al mismo tiempo aterrador. A la escritora norteamericana Shirley Jackson, por ejemplo, le horrorizaba. Para Fabio Morábito, por el contrario, es una de las sensaciones más gratificantes y enigmáticas del hecho de escribir. Uno no puede saber a ciencia cierta qué efecto producirán sus palabras en los otros. ¿Compartirán tu misma visión de las cosas o verán en ti a un enemigo, alguien a quien poder vilipendiar? Escribir es un riesgo, pues es imposible no revelar tus aspiraciones o tus quejas. Cada cual tiene su opinión, creencia y perspectiva sobre la vida. Cada cual reconoce sus pequeños pecados, pierde su dignidad o se deja llevar por las explosiones de la imaginación. Eso explica el por qué escribir conlleva una importante responsabilidad que muchos creen falsa o interesada. ¿Existe hoy la honestidad? Quién sabe. Lo que sí sé es que hoy en día es más fácil abandonarse al insulto, actitud que creo es fruto de la ignorancia. Asimismo, no hay que olvidar que todos cometemos errores, el escritor también —por más que esos errores sean en su mayor parte inventados—, y que la verdad como tal es una mera utopía. Nada hay que sea cierto, es así. Quizá por esa razón, cuando uno escribe no sabe en realidad a qué atenerse, aunque sí sepa que vale la pena atreverse. 

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