Relatos inesperados e inquietantes de una escritora genuina (reseña)

La escritora argentina Samanta Schweblin suele decir que es «más difícil escribir un libro de cuentos que una novela» porque ese ejercicio de creación que lleva a cabo el autor para narrar una historia no lo realiza una única vez, sino varias. Es decir, en cada una de las tramas debe reiniciarse para encontrar un nuevo clima, nuevos personajes, geografías… No sé si es por estos tiempos fugaces que nos toca vivir, pero encuentro mucho mayor estímulo en esas historias cortas que en muchas de las novelas actuales en las que uno tiene miedo de aburrirse. Con los cuentos es difícil perder la concentración, es más, son mucho más exigentes con el lector.  

Soy muy dado a confesar mis faltas, y fiel a esa costumbre no tengo reparo alguno en afirmar que hasta la fecha no había leído a Shirley Jackson. Mi primera experiencia como lector de su obra se ha producido gracias a Cuentos escogidos (Minúscula), y no puedo estar más que satisfecho, aunque también algo desamparado, pues me quedo hambriento, necesito consumir más historias de esta escritora norteamericana. Dicen que Jackson se especializó en el género de terror y que ha servido de inspiración de otros autores como Stephen King. Sin embargo, en estos cuentos escogidos no encuentro situaciones que den miedo, que sean terroríficas, más bien son historias que lo dejan a uno con una vasta sensación de perplejidad. Creo que muchos de estos relatos tienen algo de perturbador, algo que transmite cierta desazón. El lector permanece alerta en todo momento mientras una mujer busca durante todo un día a su prometido el mismo día en que han de contraer matrimonio —¿existe ese hombre o es una recreación obsesiva de la protagonista?—; o bien, cuando una madre y su hijo viajan en tren y un hombre que les acompaña en el vagón le cuenta al niño que él mató a su hermana pequeña porque era bruja —¿de veras la mató?—; o la historia de una mujer que viaja a Nueva York para ir al dentista por su dolor de muela y parece convertirse en otra mujer —¿es capaz de no reconocerse?—. Shirley Jackson siempre sorprende con un giro inesperado, con una acción que vuelve todo el relato en algo fantástico, irreal, como sucede en uno de sus cuentos más polémicos, «La lotería», en el cual cada año los miembros de una comunidad juegan una rifa para ver qué familia será apedreada. Inquietante, ¿no creen?

En esta edición sorprende la inclusión de algunos textos de la autora sobre su experiencia como escritora de ficción o sus consejos para aquellos que quieran dedicarse a la escritura, así como un cuento aparentemente anodino pero que resulta brillante, como es «La noche en que todos tuvimos gripe». Sin duda, uno quiere leer más, aprender más de esta escritora genuina. 

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