La historia de un erudito enloquecido por el desamor (reseña)

Pocos trompetistas han captado el fenómeno de la soledad y de la tristeza como Chet Baker, de ahí que no me extrañe su aparición en el relato de un pobre hombre, un errabundo en los límites de la locura, un paria. Este ser desamparado es el protagonista de El mendigo que sabía de memoria los adagios de Erasmo de Rotterdam (Maresia), de Evandro Affonso Ferreira.

Desconocía por completo a este autor brasileño. De hecho, conozco bien poco de la literatura en portugués a excepción de Pessoa, Clarice Lispector, Gonçalo Tavares, Joao Gilberto Noll y pocos más. Tengo pendiente leer esa obra que dicen es magistral titulada Los Maia, de Eça de Queirós, y que aquí en España publicó la exquisita Pre-Textos. Ahora, gracias a la jovencísima Maresia Libros tengo la oportunidad de redimirme, pues esta editorial se ha especializado en la literatura brasileña de calidad.

Con traducción de Rita da Costa, el libro de Ferreira sume al lector en un ambiente descorazonador aunque no exento de poesía. Nuestro mendigo deambula por una gran metrópoli con la esperanza de reencontrarse con su amada. Quizá parezca ésta una historia romántica, pero nada más lejos. Esta es una historia triste, con tintes trágicos, que se va entremezclando con pequeñas muestras de una erudición extraordinaria. Y es que ese mendigo que no deja de preguntarse por qué su amada decidió abandonarlo y si algún día volverá por él —¿lo rescatará?—, nos va ofreciendo una especie de apuntes biográficos y reflexiones sobre el que está considerado como uno de los más grandes humanistas y pensadores de los últimos siglos: Erasmo de Rotterdam.

Evandro Affonso Ferreira crea una escritura cuya estructura es reiterativa. Esto es así para dotarle a la narración de cierta musicalidad y para dar a entender que quien habla es una persona repleta de dudas y pesadumbre, alguien que no deja de repetirse qué hizo mal, alguien que no deja de dibujar con grafito la letra N —la letra inicial de su amada— por toda la ciudad. El narrador, que es el protagonista, comparte sus recuerdos y sus miedos, además de retratar la vida de esos seres desharrapados con quienes comparte sus días y sus noches, sus miserias y su incertidumbre. Una lectura más que interesante. 

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