Leer para enfrentarse al mundo sin temor alguno (opinión)

El protagonista de El mendigo que sabía de memoria los adagios de Erasmo de Rotterdam (Maresia), obra del escritor brasileño Evandro Affonso Ferreira, no es un mendigo cualquiera. Él mismo lo reconoce: «pero no vago por la ciudad como Diógenes: mi desatino no es tan seductor». Y añade a continuación: «Yo no soy más que un paria. Vivo al margen. Sí: me gusta mucho leer». No pude remediarlo, en cierto modo me identifiqué con ese hombre. El por qué es algo bastante complejo de averiguar. Yo no es que me considere un paria o marginado, a pesar de sentirme mucho más "protegido" en la literatura que en la vida real. Cuando leo no temo enfrentarme al mundo, soy capaz de tomar el control. Leo aquello que me suscita interés, que me atrapa, leo todo cuanto creo que puede enriquecer mi perspectiva de la vida. Leer es aprender, y cuanto uno más sabe, menos temor ha de albergar —aunque también más pena—. El libro, ya lo dijo Rubén Darío, es fuerza, es valor, es poder, es alimento.

No concibo una vida sin la oportunidad de ejercitar mi mente a través de la lectura, y ya pueden tildarme de gruñón, aburrido o ajeno a los convencionalismos de una era en la que predominan el espectáculo, la diversión y el chismorreo, una era que raya en la vulgaridad. Que uno lea, que ame la lectura, no significa que viva apartado de la sociedad. Más bien creo que quien lee toma verdadera consciencia de lo que la sociedad actual simboliza y trata de hacer algo al respecto criticándola un poquito. 

Comentarios

Entradas populares