Esas cabezas que caen en el cesto del temible verdugo (reseña)

Cerca de quince mil personas, quince mil cabezas fueron seccionadas por esa máquina de la muerte que toma su nombre del cirujano francés Joseph Ignace Guillotin. Esa es la cifra de ejecuciones (aproximada) de la Revolución Francesa. Quince mil almas pasaron por la cuchilla de acero de forma triangular durante uno de los periodos más violentos y convulsos de Francia y Europa, un momento en el que la guillotina era la gran protagonista, unos años de terror y barbarie, de contradicciones y sinsentidos.

De la ansiada lucha por la igualdad de clases, debida a la exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado, empobrecidos, se dio paso a la encarnizada batalla entre jacobinos y girondinos, entre monárquicos y republicanos, entre familias y amigos. La búsqueda de la libertad se convirtió en recelo y desconfianza. Expresar tu opinión podía llevarte a la ruina, a la muerte.

François-Henri Désérable explora uno de los años más complejos de ese periodo, 1793, para acercar los testimonios de algunas de sus víctimas más solemnes. En Muestra mi cabeza al pueblo (Cabaret Voltaire), el joven escritor francés ficciona los últimos momentos de personajes como Charlotte Corday, la que dio muerte a Jean-Paul Marat; la reina María Antonieta; Georges-Jacques Danton; Adam Lux —enamorado de Corday y muerto por tal motivo—; el marqués de Lantenac; el poeta André Chénier; el llamado «más grande genio francés del siglo», el químico y biólogo Antoine Lavoisier e, incluso, Robespierre.

Désérable no ofrece una novela convencional, pues en realidad el texto está conformado por diez relatos. Hay, por tanto, diez voces distintas, diez perspectivas, diez revelaciones. Esa alternancia provoca —al menos a mí— una mayor implicación en la trama, en esos años oscuros. Soy capaz, gracias a su prosa, de estremecerme, de sentir la podredumbre de la Conciergerie, la prisión que estuvo considerada como la antecámara de la muerte. También soy capaz de sentir compasión por todos y cada uno de ellos, e intento comprender su miedo a la muerte, o el orgullo que demuestran por defender sus ideales aunque éstos les lleven a la pena capital. Imposible desentenderse de esta historia que entremezcla realidad y ficción con habilidad y oficio, lo cual sorprende por su juventud. 

Comentarios

Entradas populares