Encontrarse a uno mismo tras una crisis personal y conyugal (reseña)

En Una verdad improvisada (Pre-Textos), maravilloso debut literario de Carmen M. Cáceres, la joven autora argentina escribe: «Dicen que se puede calcular la importancia de una relación por la soledad que la precede». Las relaciones personales, su impacto en nosotros, siguen siendo un misterio para muchos. Tal como se forjan, se destruyen sin saber muy bien cómo. No solemos darnos cuenta de cuán frágil puede llegar a ser ese vínculo emocional y corporal que un bien día se desvanece, desaparece ante nuestra atónita mirada, impregnando todo de nostalgia y duelo.

El protagonista de La uruguaya (Libros del Asteroide), comparte con nosotros un relato en primera persona, un relato en el que poco a poco confiesa esa soledad que precede a una relación, su propio matrimonio, que parece haber fracasado. Lucas Pereyra es un escritor cuarentón, devoto de su hijo, que se encuentra, de algún modo, perdido. Quizá sea la típica crisis de los cuarenta, esa que dicen afecta a muchos hombres y que les induce a creerse jóvenes eternamente, pero cuando uno lee cree divisar mucho más. Existe en Pereyra el deseo por volverse a encontrar en el mundo, saber cuál es su función en él, sentir que aquello que hace cobra en realidad algún sentido. Pereyra necesita sentir que su vida vale la pena ser vivida.

¿Cómo afrontar ese sentimiento de estar fuera de lugar?  No resulta fácil enfrentarse a una situación de desconcierto, fruto de sus preocupaciones profesionales, económicas, personales. Y es aquí cuando la maestría narrativa de Pedro Mairal nos cautiva —al menos, a mí me atrapó—, pues el autor argentino es capaz de inventarse una historia en la que entremezcla el pasado, los recuerdos de Pereyra, con un presente que no se desvela por completo, si no que poco a poco va cobrando forma ante la mirada del lector. 

Mairal arma una historia paralela en la que narra el encuentro de Pereyra con una joven uruguaya que lo enamora, y, por otro lado, la revelación o explicación en forma de carta a su mujer en la que intenta comprender por qué su matrimonio se rompió. Este doble juego narrativo resulta apasionante por su destreza y cierto toque de humor un tanto triste. ¿Por qué triste? Porque la relación entre Pereyra y la uruguaya, esa relación casi adolescente de enamoramiento inicial tiene momentos de un absurdo total aunque finalmente no termina como uno espera. Lo que en principio era un simple viaje de liberación personal se torna en una especie de escarmiento, ya que nuestro querido Pereyra, buscando en Montevideo una promesa de felicidad encuentra finalmente un mayor sentimiento de desolación, de pérdida; si bien este hecho resulta el detonante de su presente, ese presente que se revela al final como una vida solitaria pero conforme, sin remordimientos

Gusta esta historia de Pedro Pairal, autor que reconozco desconocía y que ahora no perderé de vista. Gusta y mucho esta uruguaya. 

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