La vida de ese genio de Juan Rulfo, en clave de cómic (reseña)

En marzo de 1955 vería la luz la que es, en palabras del genial Jorge Luis Borges, «una de las mejores novelas de la literatura hispánica, y aun de la literatura», una obra que deslumbra ya desde el inicio, que uno se aprende de memoria: «Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera». Se trata, efectivamente, del Pedro Páramo de Juan Rulfo, un libro tan sucinto como inagotable, verdadera obra maestra de nuestras letras y que, junto a El llano en llamas, permitió al autor mexicano alcanzar la inmortalidad.

¿Cómo se convierte uno en escritor? ¿Y qué necesidad hay de convertirse en escritor, de escribir? El poeta Mark Strand opinaba que los escritores escriben para descubrir lo que tienen que decir. El resultado podrá ser una revelación o una absoluta decepción, nunca se sabe. Hay quien escribe por divertimento, otros para exorcizar sus temores. Los hay, también, que no conciben su vida sin la escritura. La literatura penetra en ellos tan profundamente que todas sus vivencias se concentran, dirigen y se convierten en alimento para su alma. Algo así, imagino, le sucedió a Rulfo, al que todo buen amante de la palabra debería leer, sí o sí.

Juan Rulfo nos ha legado un universo extraordinario a través de sus palabras. Los dos libros ya citados conforman dos muestras de la impresionante riqueza de nuestra literatura. ¿Cómo fue capaz? ¿Qué hizo Rulfo para ser Rulfo? Con motivo del centenario de su nacimiento este 2017, no pocos artículos y libros centran su mirada en el mexicano. La novela gráfica Rulfo, una vida gráfica que firman Óscar Pantoja y Felipe Camargo es uno de los libros que celebran esa efeméride. 

Editada por Rey Naranjo, sello colombiano pero con distribución en España, el lector explora la vida del escritor en clave de cómic, y asiste a una historia marcada por la violencia y la pérdida, por el dolor y el sufrimiento. Un padre asesinado cuando el pequeño Rulfo contaba con seis años de edad, una madre que muere poco tiempo después de un ataque al corazón, una difícil estancia en el orfanato... La infancia de Juan Rulfo era feliz hasta que el horror y la angustia truncó esa felicidad, la desgarró por completo, marcando al autor para siempre. Su vida se incendió para luego sumirse en un mundo de sombras y de muerte. 

Ese desierto emocional, esos fantasmas del pasado que día tras día lo visitaron, poco a poco fueron convirtiéndose en material para emprender su camino hacia la literatura, que comenzó en cierto modo al tener acceso a la biblioteca del cura de su pueblo, Ireneo Monroy, como queda reflejado en esta novela gráfica que rinde homenaje a un hombre que retrató como pocos, geográfica y espiritualmente, a su México natal. Rulfo es México, y México es Juan Rulfo gracias a una literatura erudita y capital. 

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