Secretos que invocan la fuerza inevitable de la tragedia (reseña)

El canto de los grillos y del fluir del agua. El aroma de la tierra. Esa humedad que impregna todo. La vida en el campo es dura. No todos están preparados para dedicar sus horas, de sol a sol, a trabajar con sus propias manos esos metros de esperanzas y posibilidades, de futuro. La mayoría tenemos una imagen bucólica de ese mundo que puede volverse cruel. Nadie está a salvo del sufrimiento. Una decisión mal tomada, un gesto, y todo se va al garete. Así de frágil es la vida, y así de frágil la plantea Ron Rash en Un pie en el paraíso (Siruela), la que fuera su primera novela y que ahora se edita en nuestro país.

Rash, considerado por muchos la voz más importante de la narrativa sureña estadounidense actual y claro heredero de Faulkner, Flannery O’Connor y Eudora Welty, ofrece una historia que se podría resumir en muy pocas líneas, dejando claro que, en realidad, los grandes temas universales no son tan complejos, ya que la mayoría de ellos obedecen a ciertos impulsos primarios. No obstante, y a pesar de toda esa aparente sencillez, este relato narrado a cinco voces nos permite conocer y explorar un mismo hecho desde prismas diferentes, enriqueciendo la propia historia con los detalles, emociones y sentimientos de cada uno de sus protagonistas directos. En este sentido, podríamos hablar de una novela coral, si bien creo que cada uno de los fragmentos o de las voces tienen entidad propia; podrían funcionar como un relato en sí mismo, independiente, y aún así conservaría un atractivo extraordinario para el lector. Esto es así, porque la atmósfera que recrea Rash, esos campos de maíz y tabaco en un condado rural al sur de los Apalaches, es tan imponente que difícilmente puede uno desentenderse de ella, queda atrapado, como atrapados están esos personajes en sus secretos.

La desaparición de Holland Winchester es el detonante de esta historia en la que hay presentes temas delicados que se centran más en el ámbito más íntimo de las relaciones familiares (falta de comunicación, malos entendidos, pequeñas rencillas) y matrimoniales (la búsqueda del hijo, el ferviente deseo de ser madre, la imposibilidad de embarazo). Existen aquí anhelos, promesas e ilusiones. Pero también existen el miedo, el engaño y la muerte. Bajo esa apariencia sosegada, un sheriff atiende la llamada de una vecina que dice estar segura de la muerte por asesinato de su hijo. Página a página, el lector irá descubriendo la verdad de ese caso, una verdad que, en realidad, no verá a la luz hasta pasadas casi dos décadas y que nos dará a entender, como si se tratara de una parábola o una alegoría, que toda falta o delito, finalmente, tiene su castigo. 

Nadie está a salvo, y menos si comete un crimen, parece decirnos Ron Rash a través de esta novela que habla, de forma lírica, del amor y la muerte, de los celos y recelos, de pasión y compasión, del cambio irremediable de unas vidas que anhelan lo que está más allá de su alcance. Lenguaje sencillo pero impactante, escenas inolvidables, personajes a los que compadeces pero que entiendes, una obra te agita y conmueve. 

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