¿Realmente queremos que nos lleven a la servidumbre? (columna de opinión)

El escritor francés Albert Camus, a quien no tuve el placer de conocer --quizá porque somos de dos generaciones totalmente distintas y alejadas en el tiempo--, dijo en una ocasión que “todo cuanto degrada realmente la cultura acorta la distancia que nos lleva a la servidumbre”. Sugerente a la par que fiera reflexión sobre algo que, en mi modesta opinión, nos hace ser humanos. En una época, la actual, en la que parece que nada tiene sentido, donde nadie se preocupa por nadie y existe una profunda crisis de valores y moral, creo que la afirmación de Camus refleja muy bien nuestra realidad --a pesar de que tal reflexión la realizara hace más de 60 años--. Al parecer, no hemos aprendido gran cosa en todo este tiempo.
Cegados por el materialismo extremo, la sociedad ha sucumbido a la desconfianza y al desprecio por todo aquello que le irrite lo más mínimo --sin saber qué es exactamente lo que le irrita a uno--. Debido a toda esa incredulidad generalizada y a las “malas artes” de aquellos que, se supone, dirigen este circo, la cultura ha quedado relegada a un segundo plano, humillada hasta límites insospechados. Este hecho provoca, como bien sabía Camus, que exista un “aborregamiento” --recordando a Ortega y Gasset-- cada vez mayor. La falta de cabezas pensantes y de gente comprometida por alcanzar el bien común es evidente. Y yo me pregunto, ¿realmente queremos eso? Hay que alimentar el espíritu crítico, no hay que olvidarse de la cultura. Hay que leer, no hay que olvidarse de la cultura. Hay que ejercitar la mente, no hay que olvidarse de la cultura. Hay que ser reflexivo y consciente de tu entorno, no hay que olvidarse de la cultura. Hay que ser humano y apostar por la cultura.  

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