Dos opciones: apostar por la cultura o huir a la estepa rusa y plantar cereales (columna de opinión)

De ilusión también se vive. Esta es, quizá, una de las frases proverbiales más conocidas y utilizadas de nuestro lenguaje. Más en los tiempos que corren, donde todos y cada uno de nosotros vivimos un desengaño tras otro, donde la palabra corrupción ha perdido su significado original y los cobardes hablan a través de pantallas de plasma. Estamos inmersos en un círculo vicioso, en una serie de disparates constantes que no parecen terminar nunca. Son situaciones repletas de osadía, bravuconería y estulticia de primer orden. Son momentos donde la rabia y el enfado, mezclados con la impotencia, protagonizan nuestro día a día.

No parece que el panorama sea muy halagüeño a la vista de los acontecimientos que vemos, escuchamos y leemos en televisión, radio y a través de los periódicos. Aún con todo, rendirse, arrastrarse por la dejadez o abandonar la idea de que todo puede y debe mejorar, no es una opción. Si cayéramos en ese maldito juego, perderíamos. Sí o sí. Por eso, como tantas otras veces, recomiendo encarecidamente unirse al club de la cultura, donde suelen conjuntarse conceptos tan extraordinarios como la expectación, alegría e ilusión. Estos tres conceptos han invadido mis sentidos al saber que Marc Minkowski o José Sacristán desfilarán por Castellón este trimestre primaveral. Si eso no es un oasis que debemos conservar, mejor huir a la estepa rusa y plantar cereales.

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