Diálogos escenificados en un mapa virtual (reseña literaria)

Hay autores por los que sentimos una cierta atracción antes incluso de haberlos leído. Es como si existiera un vínculo imaginario que ha sido creado por una serie de afinidades lectivas. Si Enrique Vila-Matas o Jordi Carrión o Patricio Pron o Vicente Luis Mora hablan y escriben maravillas de Sergio Chejfec, entonces no hay duda: Sergio Chejfec tendrá algo interesante qué decir, y por ello decido leerlo. Es entonces cuando se plantean una serie de dudas, ya que uno puede errar en sus decisiones y, lo que es peor, decepcionarse (aunque raras veces ocurre): ¿Será realmente tan bueno y original como dicen? ¿Su escritura me atrapará? 
Si, como dice Simon Leys, "ningún escritor dispone de un poder verbal capaz de rivalizar con la imaginación de sus lectores; así, todo su arte consiste en tocar esta tecla", puedo afirmar que Chejfec sabe jugar muy bien a este juego de creatividad. 
La experiencia dramática (Candaya) es una novela móvil, urbana, una historia de dos personajes, Rose y Félix, que se reúnen cada semana para tomar un café, pasear y charlar. Ambos se sitúan en una ciudad anónima, un territorio en el que cada uno interpreta un rol distinto y donde todo parece ser una mera escenificación de la realidad. Rose, actriz de teatro, goza de una personalidad quizá más intensa, natural e inquieta. Félix, extranjero, es un misterio, un tipo al que "le gusta su lugar de espectador: no un temor a las consecuencias, sino un profundo sentimiento de inadaptación --como si hubiera perdido el sentido de las coordenadas básicas-- lo lleva a aplazar decisiones y evitar juicios". 
Los dos protagonistas de esta singular historia parece que se interrogan mutuamente para dilucidar quiénes son realmente. Sergio Chejfec crea así un ambiente propicio para debatir sobre la importancia del lenguaje y también para retratar a sujetos que permanecen ajenos a la realidad que les circunda, una realidad que parece no pertenecerles y donde ya se sabe que es imposible "reponer la inocencia o el desconocimiento". 
La lectura de esta obra le sume a uno en una profunda reflexión sobre la naturalidad e inocencia, sobre el deber y la responsabilidad, sobre la verdad y la mentira. Podría decirse que el autor argentino realiza un mapa topográfico sobre la condición del ser humano actual, creando un laboratorio en el que experimentar acerca de los miedos y esperanzas, los recuerdos, las certezas. Una lectura potente, perdurable, magnífica. 

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