Sutileza narrativa de un diálogo temporal (reseña literaria)

Escribía Simon Leys que "el hombre sensato no se deja impresionar por la firma al pie de la obra, sino solo por la calidad de la obra en sí". Quien dice al pie de la obra, dice en una portada o el dorso, tanto da. Y cuánta razón tiene Leys en su apreciación, pues realmente el contenido es lo importante. Las firmas o etiquetas pueden engañar, incluso pueden llegar a vender humo. Por ello, siempre es mejor dejarse llevar por las sensaciones que uno crea y siente a medida que va leyendo, formándose así una opinión propia del libro que sostiene en sus manos. Si el resultado final resulta gratificante, es decir, la lectura ha sido enriquecedora, resulta probable que acabes besando el libro nada más cerrarlo. Yo suelo hacerlo, al menos, en ocasiones. 
Confesaré que durante la lectura de Los ingrávidos (Sexto Piso, 2011), de Valeria Luiselli, tuve la tentación de besar alguna que otra página antes incluso de finalizar la lectura del libro. Me lo recomendó "un infame", cuyo nombre no desvelaré pero al que agradeceré eternamente su consejo. Recuerdo que me dijo: "este tienes que leerlo, sí o sí". Y eso hice, con gran placer. 
La joven escritora mexicana plantea una obra a dos voces, con presencias que parecen fantasmagóricas, mundos y submundos, saltos en el tiempo y numerosas referencias literarias. Es una escritura ágil, sorprendentemente madura, con ligeros toques de humor y una sutileza exquisita. Cuesta creer que sea su primera novela. ¡Y qué novela!
Nos situamos en Nueva York. En dos Nueva York, para ser precisos. A través de una joven escritora, madre de dos hijos y esposa fiel, que reconoce que "mis vínculos con las personas que me rodeaban estaban marcados de igual manera por esos dos modos de la impermanencia: quebrarse y desaparecer", y el poeta mexicano Gilberto Owen, Luiselli logra crear un ejercicio literario de doble narrativa en el que alterna pasado y presente, fantasía y realidad, personajes vivos y poetas muertos. El lector es testigo de un maravilloso diálogo en el que el tiempo muta y se alterna y donde tienen lugar experiencias que se nos antojan cotidianas y también sueños. Todo en esta obra me produce admiración, me atrapa. 
Si portara un sombrero, como buen caballero --cosa que a día de hoy no tengo muy claro si soy o no--, me lo quitaba para rendir pleitesía a esta voz tan original y fresca. Valeria Luiselli ha logrado conquistarme y creo que no he sido el único. 

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