Una tragedia poética, bella y muy intensa (reseña literaria)

Si alguien cuyo criterio literario respetas te dice: "llévate este maravilloso libro, podría decirse que es la novela americana perfecta, en menos de cien páginas", pues confías plenamente en la recomendación y acabas adentrándote en la narrativa casi poética de Thomas Wolfe
El niño perdido (Periférica) es un texto que se lee en un suspiro, pero un suspiro emocionado, que estremece. La historia que tenemos ante nuestra mirada atenta es una historia personal dura, difícil de superar: la muerte de un hermano de extraordinaria sensibilidad y madurez, de suma belleza interior, un hermano pequeño que hacía grande al resto de familiares. Es el hermano del propio Thomas Wolfe, quien recrea de una forma sorprendente esta tragedia mediante la voz de cuatro narradores distintos en cuatro tiempos distintos, hecho este que demuestra la increíble capacidad de innovación de una de las grandes voces narrativas de inicios del siglo XX. 
A través de estas cuatro miradas distintas de un mismo hecho, de un mismo y desolado drama, Wolfe aprovecha también para realizar una radiografía de la sociedad americana de su época. El autor de obras tan célebres como Del puente y el río --que ha recuperado la editorial Piel de Zapa--, fue un maestro a la hora de retratar esa América profunda, la de su niñez y adolescencia, y eso es lo que observamos con detenimiento y pasión en esta novela intensa. 
Abordar la muerte, enfrentarse a los recuerdos o el olvido, rememorar viejas sensaciones que producen una nostalgia demasiado melancólica... El niño perdido goza de una capacidad para evocar emociones realmente insólita, porque en esta historia no se describe únicamente la muerte de Grover Wolfe, de tan solo doce años, sino el proceso de la enfermedad que lo sumió en ese sueño profundo, alejándolo de sus seres queridos, privándolo de las experiencias más hermosas jamás concebidas.
Esta novela corta, que recorre las calles de ese Saint Louis en el que tuvo lugar la Exposición Universal de 1904, no deja lugar a duda de la riqueza y belleza que esconde tras de sí la propia literatura, esa herramienta que cuenta en ocasiones con la singular capacidad de quebrar todos los preceptos, de hacer añicos todas las aspiraciones y acongojarnos, pero también de alimentar el alma mediante un lenguaje que despierta nuestros corazones. 

Comentarios

B ha dicho que…
Es una historia preciosa, a mi también me encantó. Fue recomendación de los infames.
Eric GC ha dicho que…
Es que estos infames... A mi me tienen el corasón robao!

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