CODONA: magia pura
Collin Walcott, Don Cherry y Naná Vasconcelos
Joachim Berendt afirmó sin titubeos allá por 1982 que la
fusión del jazz con la música étnica, el folk y las composiciones tribales de
alrededor del mundo conformaba uno de los desarrollos más significativos de ese
"sonido" que surge de una trascendencia momentánea, de un pensamiento, a partir
de letras intuitivas y, sobre todo, de la rítmica: el jazz.
En una ocasión escribí que el jazz engancha, por su
potencia, su garra y coraje, su ímpetu y carácter. Siempre he creído en su
dinamismo, en esa libertad de acción. En este sentido, lo tribal, que no
exótico, bebe --al igual que el jazz-- de ese ejercicio de no pensar y dejar
fluir una energía "natural".
Los 60 y 70 fueron años de experimentación, de una notable
evolución de los sonidos. Quizá todo ello fuera provocado por esa nueva
conciencia social y política que protagonizó el movimiento hippie, las
numerosas revueltas anti-sistema, Vietnam, Mayo del 68, etc. Empezaba a
intuirse, a forjarse, una actitud alimentada por un espíritu crítico férreo.
Nos adentramos en el post-modernismo, esa concepción que define nuestra vida
como paradoja y contradicción, una unión de la desunión. "Todo es absurdo pero
nada es chocante", en palabras de Marshall Berman.
Los músicos no pudieron permanecer ajenos a todos esos
cambios de mentalidad. El modo de reflexionar de la gente, el modo de escribir,
de juzgar, de hablar e incluso de experimentar las cosas mutó. La sensibilidad
y la conducta mutaron. Las estructuras teóricas se desvanecieron. El sistema y
el tiempo se resquebrajaron. De ahí que fuera preciso reformular cualquier
concepto, volver en cierto modo a un origen, agregar elementos que rompieran
con lo anterior. No resulta extraño que en la década de los 60 el Free jazz hiciera acto de presencia, con talentos como los de Ornette Coleman, Pharoah
Sanders, George Russell, Albert Ayler, Archie Sheep o, incluso, Charles Mingus.
Tampoco es chocante o insólito que Miles Davis decidiera abordar otras
variantes y jugar con varios estilos de música. Álbumes como Filles De
Kilimanjaro y, sobre todo, In a Silent Way le encumbraron nuevamente en la
vanguardia jazzística dando lugar al Jazz fusion, un movimiento que
eclosionaría con otro histórico trabajo, Bitches Brew.
Podría decirse que Bitches Brew fue el alma mater de
conjuntos tan extraordinarios a la par que emblemáticos como Headhunters --liderado por Herbie Hancock-- o Weather Report, esa banda que marcó un antes
y un después en la escena musical gracias a Joe Zawinul, Wayne Shorter y Jaco Pastorius.
Tampoco olvidamos la Mahavishnu Orchestra, con John McLaughlin, Jean Luc
Ponty y Bill Cobham; Return To Forever,
proyecto de Chick Corea y Stanley Clarke; Dreams, de los hermanos Randy y
Michael Brecker… Nuevas ideas, nuevos sonidos. El cielo interpretativo se abría
a un nuevo universo.
En la consolidación de todo ese escenario que muchos podrían
tildar de excéntrico y poco ortodoxo, un sello supo ver e identificar la
metamorfosis existente: ECM Records. El sello alemán de Manfred Eicher podría
considerarse como el gurú o protector de esos sonidos insólitos. Fueron muchos
los que precisaron de su "auxilio", los que vieron en ECM su laboratorio
personal. Keith Jarrett, Jan
Garbarek, Charlie Haden, Pat Metheny, Charles Lloyd, Jon Abercrombie, Arild
Andersen, Ralph Towner, Egberto Gismonti, Enrico Rava, Paul Motian, Paul Bley,
Terje Rypdal, Art Lande, Dave Holland… La lista es amplia.
ECM apostó en su momento --y sigue apostando-- por el
desarrollo de nuevos parámetros musicales. Por tal motivo no dudó nunca en
confiar en proyectos cuyo origen estuviera más allá de los límites de Occidente,
música de tierras recónditas, melodías originales y sensitivas. En la familia
ECM existe un trío que representa a la perfección esa búsqueda rítmica hacia lo
primigenio, hacia lo tribal: CODONA.
Collin Walcott, Don Cherry y Naná Vasconcelos grabaron tan
solo tres discos juntos, en 1978, 1980 y 1982. Codona, Codona II y Codona
III conforman realmente un todo, una misma idea, que no era otra que traspasar
toda frontera en el arte de la improvisación. Los tres predicaron la igualdad
en todos los idiomas, pues la música es un idioma universal. Son muchos los
críticos que afirman que fueron los auténticos impulsores de la, por entonces,
creciente ola del World music. Pero CODONA no era como ninguna otra banda.
Ellos basaron su trabajo en ritmos y esencias de todos los continentes, crearon
un sonido poético, poderosamente evocador y con carácter, hipnótico.
La figura de Walcott resulta esencial dentro de la fusión
del jazz con otras músicas. Discípulo de Ravi Shankar y Vasant Rai, este
etnomusicólogo, intérprete de la tabla y el sitar, colaboró con Miles Davis en
su disco On the corner y fue el "culpable" de la aparición de CODONA, además
de pertenecer a otro conjunto ya mítico como fue OREGON, formado por Ralph
Towner, Glen Moore y Paul McCandless. Con un futuro más que prometedor, un
accidente de coche le sesgó la vida en 1984. No obstante, el legado que dejó en
vida posee tal fuerza que es difícil no interesarse por esos trabajos que le
permitieron trabajar junto a una de las figuras más extrañas y sorprendentes de
la segunda mitad del siglo XX: Don Cherry.
Viajero incansable, Cherry aprendió a tocar instrumentos
indígenas de África, Asia y otras áreas forjándose la etiqueta de rara avis. Para Joachim Berendt, personificaba
la idea del músico mundial. Con unas credenciales de jazz impecables, sus
inquietudes le llevaron a impregnarse de todas aquellas influencias étnicas que
tuvo a su alcance. Cherry podía tocar con su trompeta de bolsillo de Pakistán, con
un arpa-laúd de Malí y varios instrumentos de percusión, como demostró en las
memorables actuaciones que protagonizara junto a Walcott y Vasconcelos.
Naná Vasconcelos es otro de esos músicos de alma inquieta.
El percusionista brasileño, al que consideran el gran virtuoso del berimbau
--instrumento de origen angolano parecido al arco musical, hecho de una vara de
madera flexible y un alambre, a los que se agrega una cashishi y una calabaza,
que hace las veces de caja de resonancia--, ha sido y es un espejo al que
mirarse por su carácter innovador. Junto a Egberto Gismonti podría decirse que
es el músico de Brasil que rompería la hegemonía de la Bossa Nova aspirando a
conquistar conceptos muchos más amplios y abstractos dentro de la música.
Trompeta, cuica, doussn' gouni, sitar, tabla,
dulcimer, berimbau, sanza, flauta… Collin Walcott, Don Cherry, Naná
Vasconcelos. CODONA: magia pura.
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