El ritmo acompasado de Sergio Chejfec (reseña literaria)

En ocasiones uno comete errores. Es algo lógico, normal, humano. Una de esas faltas, a nivel lector, fue la de sumergirme en Modo linterna (Candaya), de Sergio Chejfec, justo después de haber leído a Raymond Carver. ¿Qué ocurrió? Siento confesarlo aquí pero el último libro del autor argentino me aburrió --en un principio-- y eso es lo peor que puede ocurrirle a cualquier persona que necesita de la (buena) literatura para forjar su carácter, amén de adentrarse en mil y una aventuras o evadirse de la realidad, ahuyentarla. 
Achaqué esa sensación de pesadez al estilo mucho más directo que siempre caracterizó a Carver y que es totalmente opuesto al desarrollo meditado de la trama y al sumo cuidado del lenguaje de Chejfec. Me costó encontrarle el punto, algo que no me ocurrió con su anterior trabajo publicado, La experiencia dramática, que sí me atrapó por esa especie de radiografía sobre la verdad y la mentira, la responsabilidad, los miedos y esperanzas de todo ser humano.
Es posible que esperara encontrar en Modo linterna algo similar. Me equivocaba. No obstante, no puedo negarle que su literatura es un ejercicio total y absoluto de construcción. En este sentido, contradigo a todo aquel que  afirme que "su escritura se sitúa en una falsa impugnación" pues da la sensación de que este hombre es un impostor, y nada más lejos. Chejfec sabe escribir, y muy bien por cierto. Quizá su "tempo" sea en ocasiones algo lento y debas armarte de paciencia para comprender lo que está narrando. Mi lectura, la verdad sea dicha, fue in crescendo y cada relato --de los nueve que comprenden la obra-- me pareció superior al anterior, destacando a modo particular el que protagoniza un singular grupo formado por un teólogo, un narrador y un ensayista en busca de la tumba de Juan José Saer, titulado Una visita al cementerio. Me pareció de los más acertados o, al menos, de los más entretenidos junto con Novelista documental, en el que aparece un Enrique Vila-Matas como personaje (¿de ficción?) 
Chejfec, a mi entender, reflexiona mucho, reflexiona todo. En algunas de sus frases se aprecia perfectamente esta cuestión. No obstante, eso provoca que cueste llegar a él, pero nunca se puede hablar de "impostura" en su trabajo. Su estilo es acompasado y mezcla la ficción con la crónica e, incluso, el diario personal. Por ese motivo, durante la lectura es difícil, a veces, encontrarle el pulso; pero sigue dejando reflexiones que son auténticas perlas, de eso no hay duda. 

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