La pobre historia de un pobre hombre desorientado (reseña literaria)

¿Qué esperamos de la vida? ¿Fama, dinero? ¿Basta con sentirnos queridos para creer que somos felices? ¿Qué es la vida, sino un diálogo inconexo con el universo y la naturaleza? ¿Hay lugar para los soñadores, para la inocencia, en este mundo narcótico? El protagonista de El hombre sin talento (Gallo Nero) se siente perdido, es un personaje del que compadecerse por ese afán suyo de querer mejorar su condición social, puesto que esa mejora, para él, viene dada por el siempre rastrero y traicionero dinero. Cuanto más dinero gane, mejor estaré, más feliz seré, piensa. ¿Es eso cierto? ¿El dinero nos permite ser felices? Creo que no, de ahí su desgracia. Arthur Schopenhauer, al que acudo con asiduidad, aseveró una vez que «aspirar directamente a la felicidad es de bobos.» Pensamos demasiado, diría yo, y eso nos lastra al vernos inundados de preocupaciones, inquietudes e interrogantes. ¡Ay, la incertidumbre! 

Yoshiharu Tsuge reflexiona de forma magistral sobre ese estado de desasosiego a través de la historia de ese ser desorientado, ese dibujante de manga con cierta fama que se muestra convencido de que no recibe suficiente reconocimiento. Al verse en esa situación penosa, según él, decide abandonar su "arte" para dedicarse a extraños quehaceres, desde vender piedras y cámaras fotográficas antiguas que él mismo se encarga de restaurar, a pensar en convertirse en un monje. El protagonista de estas viñetas —ya se dará cuenta el lector— poco a poco se deja atrapar por el deseo material, por la codicia, hasta el punto de poner en peligro su matrimonio y de perder cualquier atisbo de cordura. Y es que este pobre hombre no sabe cómo afrontar su presente, un presente que cambia a la velocidad del rayo, un presente en el que todo y nada es lo que parece, en el que el capitalismo extremo nos priva de cualquier libertad, apresándonos en esa tétrica red de la oferta y la demanda. En este sentido, Tsuge, autor extraño donde los haya, escurridizo y quisquilloso, presenta a través de El hombre sin talento un ejemplo de cómo Japón, tras la funesta II Guerra Mundial, fue transformándose en un lugar que va perdiendo su identidad hasta casi no reconocerse. 

Esta extraordinaria novela gráfica es una obra de culto en el país del sol naciente y tiene todas las papeletas para convertirse en una de las grandes obras del género que se han publicado en España por su planteamiento e historia.

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