La decepción de un mundo injusto y complejo, teatral (opinión)

Homer Macauley es un chico de 14 años que vive en Íthaca, California, en tiempos de la II Guerra Mundial. La familia Macauley y los habitantes de este singular pueblo le sirven a William Saroyan para retratar una época convulsa, triste, en La comedia humana (Acantilado). Son tiempos de ausencias, de muerte, pero también de oportunidades y descubrimientos. No obstante, lo que creo más significativo es cómo Saroyan se vale de Homer para reflejar un sentimiento que, a título personal, me da pavor, como es la decepción.
Homer madura a marchas forzadas por la carencia de un padre y la separación de un hermano mayor. Son demasiadas las responsabilidades que debe acometer como "hombre de la familia", lo cual, al principio, asume con deseo y una confianza propia de la juventud. No obstante, tal "obligación" le provoca un llanto interno que le desgarra, pues no es capaz de comprender el horror del mundo, su complejidad e injusticia. A Homer le decepciona ese mundo que no es capaz de proteger a los inocentes, a las personas de corazón noble. Quiere rebelarse, pero tampoco sabe cómo afrontar ese hecho hasta que al final asume ese desengaño, asume su papel en esta comedia humana —o tragicomedia— que es la vida. A la vista de los acontecimientos sociopolíticos actuales, uno se percata de ese teatro/circo protagonizado por actores pésimos que dicen poseer la verdad. Y siento la misma desilusión del joven Homer Macauley, pues veo que, en ocasiones, solo importan los intereses de una minoría. 

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