La historia de un charlatán, la historia de Harvey Pekar (reseña)
Decir que
Harvey Pekar fue uno de los autores más irreverentes e inconformistas de la
literatura norteamericana del siglo XX es casi una obviedad. El autor del célebre
cómic underground American Splendor alcanzó la fama, curiosamente, por recrear una serie de historias
autobiográficas que carecían por completo de espectacularidad. No, no han leído
mal. American Splendor fue un cómic y en él no tenían cabida los típicos
superhéroes emperifollados con mallas de lycra y cuyos poderes desafiaban toda
regla física como el vuelo, invulnerabilidad, fuerza sobrehumana, percepción
extrasensorial, invisibilidad, precognición, teletransporte y cambio de forma..
Ahí radica la gracia y la valentía de Pekar. En lugar de escribir historietas
simplistas en las que el único mensaje posible era que el bien siempre prevalecía
sobre el mal, él versaba sobre las miserias de lo cotidiano.
La imagen,
preconcebida normalmente, que se tiene sobre Pekar es la de un hombre desaliñado,
poco agradable, gruñón, un tanto cruel... Y sí, esas eran algunas de sus
cualidades —quizá las más visibles—. No obstante, cuando uno lee Tolstói era
un charlatán descubre a un ser preocupado para con la sociedad que le tocó
vivir, ávido consumidor de literatura , excelente crítico de jazz y buen conversador.
Gallo Nero publicó —con traducción de Regina López Muñoz— en 2012 una entrevista que el editor y crítico de la
revista The Comic Journal y cofundador de la editorial Fantagraphics, Gary
Groth, realizó a Harvey Pekar en 1984. Dicha entrevista se lee de un tirón
producto, en parte, del humor sarcástico de Pekar, quien ofrece algunas anécdotas
curiosas y explica con detalle el origen de algunas de sus historietas o cuenta
cuáles son sus escritores favoritos y el plan de lectura que se ha programado
para leer a todos los clásicos por orden geográfico y temporal —de esas elucubraciones leemos que, para él, Tolstói es uno de los autores más
sobrevalorados de la historia, un charlatán—. No obstante, y dejando a un lado
la ironía del empleado de archivo de un hospital de veteranos de Cleveland,
somos partícipes de algunas de las reflexiones más clarividentes que pueden
leerse sobre el estado de la política o la importancia de la cultura en la
sociedad de hoy. Pekar opina de todo, con total libertad, sin miedo. «Pienso que la gente puede conquistar más logros colaborando en vez de
compitiendo», le responde a Groth unas líneas antes de dejar bien claro
que «cuánto más supiera la gente, con mayor inteligencia actuaría, y más
feliz sería en su vida». Verdades absolutas de un hombre que confesaba «puedo encontrar bastante cosas sobre las que escribir en las que no me
comporte como un gilipollas».
Autodidacta
y superviviente, es posible que Harvey Pekar fuera mucho más valiente que la
mayoría al desnudar las miserías del alma humana a través de su propia vida.
Sin duda, fue un revolucionario que amplió el campo de acción en el mundo del cómic
porque ya se sabe, «los cómics se componen de dibujos y textos... ¡Con
dibujos y textos puedes hacer lo que quieras!».
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