Ritmos y melodías que guían la escritura, la vida (opinión)

Siempre me he declarado un amante confeso de la literatura. Cada una de mis reflexiones se basan indiscutiblemente en mis lecturas. De ellas aprendo algunos de los secretos de esta vida loca. Y no soy el único, claro. Siempre que me encuentro a Luis Rodríguez, ese escritor sin parangón cuya devoción por la literatura es toda una inspiración, hablamos de aquellos libros y autores que nos han marcado, que nos han sacudido, vapuleado. Nos pasaríamos horas, días enteros hablando sobre ello. No obstante, a pesar de que la literatura es pilar fundamental en mi vida personal y también profesional, es la música la que logra ensimismarme, cosa que a Luis siempre le sorprende. Él es letra pura, y dura. 

Hace poco, Henri Bouché, al que le tengo en alta estima, se extrañaba al verme con los auriculares puestos en la redacción. Ante su asombro, hube de contarle que siempre escribo escuchando música. No tardó en contestarme que eso era inconcebible para él, pues "no podría resistirme a la música"; es decir, que no le permite concentrarse en la escritura. A mí, sin embargo, la música me permite un grado de abstracción sorprendente. Esa relación auditiva y textual siempre me ha permitido dar lo mejor de mí mismo o, al menos, eso creo. Digamos, que el ritmo o la melodía guían mis sensaciones, esas que luego plasmo sobre un texto que siempre tendrá una parte de mí, un texto en el que siempre podré identificarme de algún modo. Es magia, o debe serlo. 

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