Una fábula surrealista sobre un hospicio singular (reseña)

Hay historias que uno lee o le cuentan que producen cierta intranquilidad y le dejan lo que comúnmente decimos "mal cuerpo". Son historias cuya trama o acción está plagada de detalles indescifrables, que logran escapar a nuestro entendimiento. De ahí nuestro estado de alerta, pues no logramos comprender —no en su totalidad— qué está ocurriendo. La lectura de Mine-Haha (Alpha Decay), de Frank Wedekind, es una de esas lecturas que producen tal inquietud desde el principio.

El teórico narrador de esta historia cuenta cómo una vecina le hace entrega de un manuscrito en el que narra su infancia. Poco después, esta mujer octogenaria se arroja al vacío desde su piso. ¿Por qué? ¿Qué le ha llevado a cometer semejante acto? ¿Su vida estaba en peligro? ¿Cuál es el significado de ese manuscrito, qué valor tiene? El lector no lo sabe, ni lo sabrá, créanme.

Wedekind crea una historia dentro de la historia, pues la verdadera trama de esta novelita es ese manuscrito, esa confesión de extrañísimo título, Mine-Haha, que versa sobre la infancia y juventud que esta mujer pasa en un "singular" orfanato. Con un lenguaje sencillo, aunque no exento de belleza, nos adentramos en el día a día de ese hospicio en el que todas y cada una de las niñas reciben una exhaustiva formación en gimnasia, danza, música y, posteriormente, teatro. Todas las chicas allí presentes deben cumplir con sus obligaciones sin objeción, aun sin saber para qué sirve toda esa educación.

A lo largo de las páginas, se narra el peculiar régimen por el cual se rige esta institución un tanto misteriosa, pues a cierta edad las chicas desaparecen sin dejar rastro alguno y son reemplazadas por nuevas e infantiles huérfanas. La protagonista relata cómo deben hacerse cargo unas de otras, el funcionamiento de las clases, las insólitas escenas en las que todas y cada una de ellas son expuestas a una rigurosa inspección. Las residentes viven aisladas del mundo exterior, no son conscientes de todo cuanto sucede fuera de los terrenos del orfanato. Han sido educadas para no rebatir, para no revelarse ni impacientarse. ¿Y todo esto para qué? Como digo, Wedekind ofrece un relato chocante en el que existen ciertos pasajes de gran tensión sexual y emocional. No es esta una lectura aparentemente fácil, ni mucho menos. Diríase que es un cuento surrealista, algo que no podemos explicar. Al menos, no yo. 

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