Somos dignos de nutrirnos de los saberes, de la cultura (opinión)

No sé si mi espíritu un tanto aventurero me ha permitido creer que puedo hacer más de lo que en realidad soy capaz. Me explico. Como buen soñador uno siempre quiere aspirar a las más altas cotas de la excelencia. Desea que la sociedad sea en su conjunto un lugar de paz y armonía, que todos deseen alcanzar el conocimiento, nutrirse de los saberes que desde tiempos inmemoriales hemos ido desarrollando y conservando. Pero la perfección o lo que uno supone que es la perfección, no existe. Como humanos que somos, poseemos demasiadas taras y dudas, demasiados miedos, lo cual nos conduce irremediablemente a contraernos, a pensar que no somos dignos de esa erudición que nos permitiría ser libres. Al entrevistar a Ramón de España a raíz de la publicación de su nuevo libro Idiocracia (Ediciones B), no puedo evitar pensar en una de sus respuestas, en aquella que dice que ahora a las personas cultas ya no se les admira, sino que se las desprecia. Es cierto, no me digan porqué pero hay cierto ensañamiento con aquellos que intentan forjar un espíritu crítico que sirva para mejorar la sociedad en la que vivimos. Ello no significa que se crean mejores que nadie, ni mucho menos. Simplemente, se atreven a salir del círculo vicioso de la incultura. Hoy en día el respeto por el saber y el conocimiento es algo que parece abocado al ostracismo. Y es una pena, créanme, porque si nosotros no hacemos nada por superar todo esto viviremos una nueva época oscura y letal.

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