Un manifiesto satírico en pro de la cultura afroamericana (reseña)

Hay libros en los que aparecen historias en apariencia ocurrentes que esconden tras de sí otras mucho más reflexivas y complejas. El caso de Mumbo Jumbo (La Fuga Ediciones) sería uno de ellos. En un primer vistazo, si nos fijamos únicamente en su acción, diríamos que Ishmael Reed, su autor, escribe una historia de tintes detectivescos, en los que se suceden varios crímenes que deben ser resueltos. Hay asesinatos, robos, secuestro y alguna escena de corte erótico, no voy a negarlo. Sin embargo, si nos centráramos solo en eso estaríamos cometiendo un sacrilegio y un bokor o curandero de magia negra debería practicar alguno de sus rituales con nosotros, pues faltaríamos a la verdad y esencia de esta novela que es un manifiesto de carácter político en toda regla. ¿Un manifiesto político sobre qué? Sobre la negritud, sobre lo que significa ser negro, sobre el racismo en los Estados Unidos y en el mundo. 

Valiéndose del universo vudú y hudú, Reed retrata la historia de PaPa LaBas, el responsable de la Katedral Mumbo Jumbo de Nueva York y uno de los encargados de evitar que la temida Orden del Cardo elimine el denominado Jes Grew, movimiento que causa el estupor en las clases dirigentes conservadoras y de tez muy, muy clara. Asistimos pues a la confrontación de dos mundos, uno clandestino y considerado pecaminoso, y otro de carácter público y casto. Lo pagano e infiel versus la pulcritud devota de la religión cristiana occidental.

De forma más que talentosa, Ishmael Reed crea una farsa, una parodia estratosférica en la que aparecen y desaparecen personajes variopintos. Este discurso un tanto carnavelesco le sirve para profundizar en el cambio de mentalidad de la América negra en los dorados años 20, época en la que eclosionó el jazz, una verdadera revolución espiritual que dejaba a un lado todo aquel puritanismo hipócrita. Era un tiempo de liberación, de furor y frenesí, un tiempo en el que esa epidemia histérica del jazz cambió por completo el aire triste y decadente que se respiraba en aquella época. 

Reed desmonta por completo todo canon occidental, profundizando en las raíces de la cultura afroamericana, otorgándole el valor que en realidad merecía y merece. Esta visión irreverente y satírica lo contagia a uno, y lo que es más importante, le induce a cuestionar las estructuras sociales y políticas que, se supone, han forjado su identidad y cultura, obviando a su antojo otras realidades por el mero hecho de no comprenderlas o no querer comprenderlas. Y ya se sabe, cuando uno no comprende, teme y ataca. La ignorancia es mala compañera de viaje, pero inevitable como podemos comprobar aun hoy.

Todo en esta novela es extravagante, pero en el buen sentido. Quizá cueste hacerse a su lectura en los primeros compases, pero una vez asumidos todos los roles y jerga que aquí se encuentran es una de las lecturas más fascinantes, por su espíritu indomable, de cuantas he realizado en los últimos tiempos. Y parte de la culpa la tiene Inga Pellisa, su traductora, quien creo que ha realizado una labor titánica y a la que deberían aplaudir con pies y manos. 

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