Un viaje reflexivo a través del país del sol naciente (reseña literaria)

Matsuo Kinsaku, conocido de forma popular como Basho, es, probablemente, el poeta más importante de la historia de Japón. Leer su obra es, en pocas palabras, recorrer el país nipón de punta a punta, conocer sus costrumbres y tradiciones, desnudar sus almas. De gran profundidad y con un contenido que va más allá de lo puramente poético, Basho logró crear ya en el siglo XVII un estilo propio que sedujo a miles de lectores en su época --y sigue haciéndolo--. Emperadores, shogunes, samurais, geishas, ninjas... La riqueza mitológica e histórica del país del sol naciente me resulta fascinante --como tantas otras--.
El mundo nipón sigue siendo una auténtica incógnita para muchos de nosotros. La modernidad irrumpió de forma tajante y sorpresiva en el archipiélago, y eso provocó la confección de un país con demasiados contrastes. Quizá, por esa misma razón, para averiguar cómo vivía esta nación caracterizada por su amor a las tradiciones, quise adentrarme en la lectura de uno de sus referentes, como fue, es y será Basho.
La editorial DVD Ediciones ha publicado recientemente, gracias al buenhacer de Jesús Aguado, De camino a Oku y otros diarios de viaje. Aguado nos cuenta que Basho se pasó buena parte de sus cincuenta años de existencia caminando sin apenas descanso. A lo largo de ese periplo, se dedicó a escribir sobre todo aquello cuanto veía y sentía. Recorrió todo Japón y en ese tiempo dejó más de dos mil haikus, cuatro diarios de viaje y decenas de textos de distinta naturaleza. Algunos de estos relatos y haikus son los que podemos leer en este libro que, realmente lo digo, es una joya. A través de cada uno de sus pasajes, no sabes muy bien cómo, viajas a través del tiempo para acompañar a Basho en su particular aventura, en sus reflexivos pensamientos. Su mirada es la tuya, su voz es la tuya. Cada una de sus impresiones reflejan el modo de vida de un país que, antes de la era actual, se caracterizaba por la sencillez, el honor y el respeto. Asimismo, los paisajes que describe Basho son un acto de amor hacia la naturaleza de su patria, esa que puede ser agreste y sosegada al mismo tiempo, que esconde misterios y que produce alegrías. De camino a Oku y otros diarios de viaje le abren a uno la mente, le permiten relajarse y disfrutar de la intimidad de un narrador que supo retratar como nadie la identidad de su país.

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