Una fábula sobre la matriz de la literatura (reseña literaria)

"Escribo para vivir y vivo para escribir, y no he estado lejos de creer que la escritura y la vida podrían confundirse por completo". Georges Perec firma estas palabras que yo leí atento en su libro Nací. Textos de la memoria y el olvido (Abada Editores). El autor francés escribió cada una de sus obras como un reto personal, no cesó en trastocar las convenciones de lo sensible, en buscar darle una vuelta de tuerca al lenguaje, en imaginar algo nuevo a través de cada palabra. En esta selección de textos el lector es testigo directo de las confesiones de un ser humano con inquietudes por convertirse en un comunicador de sentimientos, y adoras esa locura aparente, la invitas a formar parte de tu intimidad. No es extraño que muchos piensen en Perec como el mejor y más importante novelista de la segunda mitad del siglo XX, siempre experimentando. Lo cierto es que una vez lo has leído necesitas más.
Este año tuve oportunidad de visitar por vez primera la Feria del Libro de Madrid. El espectáculo libresco que se desarrollaba ante mis ojos, en un marco incomparable como es el parque del Retiro, me sumergió en un ¡ay! --pero de los buenos--. Dicho de un modo mucho más sencillo, volví a ser un inocente niño asombrado. Escudriñando en cada una de las casetas, palpando decenas de libros y formulando infinitas preguntas a los editores que allí se encontraban, finalmente topé con el espacio de Abada Editores y no pude contenerme, dije: "Perec". Y en poco más de 4 o 5 segundos, mis ojos divisaron El viaje de invierno
Esta diminuta obra --cuenta tan solo con 48 páginas-- es un dulce bombón, una exquisitez que se publicó póstumamente en 1993 --Perec falleció once años antes--. En ella se narra la historia de un descubrimiento que lo cambiará todo en la literatura: un libro de libros, un libro que sirvió de inspiración para algunos de los grandes maestros de la literatura universal, un libro enigmático que todos desconocían. Con inteligencia y maestría, Perec crea a Vicent Degraël, el protagonista, un hombre apasionado que lo da todo por cada una de esas palabras que se despliegan ante sus ojos, escritas por un tal Hugo Vernier, que fue plagiado por Verlaine, Rimbaud, Mallarmé... La literatura de Vernier es la matriz de toda la literatura, incluso de la literatura de Perec, pero la literatura de Perec es la creadora de esta fábula necesaria y enigmática que te hace suspirar y afirmar con contundencia que lo que tienes ante ti es el resultado de una mente privilegiada, una mente que soñó con alcanzar las cotas más altas de la creatividad. Y yo digo, gracias Perec, gracias. 

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