Viajar para ser conscientes de nuestro papel (columna de opinión)

¿Conocen aquella expresión de "este es un país de chiste", no? Seguro que sí. Es una de tantas formas y maneras de decir que todo puede ir a peor, que todo llega a traducirse en una especie de sinsentido, una broma. La práctica política no ayuda a cambiar o intentar mejorar esa sensación de desasosiego. Al parecer, prefieren obviar todo. Allá ellos, pues en mi modesta opinión únicamente logran que el descontento sea cada vez mayor y la tuerca, bien es sabido, ofrece una resistencia limitada. Es por ello que para no sucumbir en un estado perenne de cabreo, lo mejor que uno puede hacer es abrir su mente explorando, viajando, en definitiva. Ya lo decía el filósofo, crítico e historiador francés Hippolyte Adolphe Taine: "Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas". 
Observar y conocer de cerca otras culturas, otras formas de entender la vida, provoca que veamos la realidad de un modo mucho más consciente. Al conocer otros lugares alcanzamos a ver quiénes somos realmente, llegamos a comprender cuál es nuestro papel en este teatro, pues nos alejamos del rol que solemos interpretar en esa, a veces, agotadora rutina para dejar pasar a un YO que permanecía oculto, un YO hasta cierto punto más libre y liberador. Viajar es una droga, la afirmación de que toda inquietud nos hace estar más vivos. Como siempre digo, hay que curiosear. 

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