Las tres ‘huidas’ de tres poetas universales, únicos (reseña literaria)

En literatura hay dos elementos fundamentales a tener en cuenta: la historia y el estilo. Hay quien piensa que lo verdaderamente importante es la historia que se narra, es decir, el contenido de la obra. Otros, por el contrario, creen que la esencia reside en cómo narrar esa historia, su continente.  Para mí el cuidado del lenguaje, cómo articularlo o transformarlo a nuestro antojo, ver cómo a través de él somos capaces de establecer un tono o varios durante un relato, es mucho más atractivo que las acciones y sucesos que puedan tener lugar en él. Digamos que me seducen más los llamados "estilistas" del lenguaje, pues son ellos los que, a través de su retórica, demuestran un dominio de la palabra, de la inteligibilidad humana, si bien no puedo negar que sin una ingeniosa o interesante historia el libro en cuestión puede flaquear.

En El arte de la fuga (Periférica), Vicente Valero es capaz, como ya demostró en Los extraños, de aunar una trama atrayente y un elevado grado de estética literaria. En otras palabras, el ibicenco ofrece una obra compleja pero deliciosa, con una carga poética extraordinaria que nos embelesa desde la primera página hasta el punto y final. Si en Los extraños Valero realizaba un viaje de carácter introspectivo en busca de aquellos familiares ausentes, en El arte de la fuga se centra en tres personajes muy distintos entre sí, tres poetas a los que admira profundamente: San Juan de la Cruz, Friedich Hölderin y Fernando Pessoa.  En esta ocasión, el viaje al que invita al lector es un viaje hacia tres momentos clave en la vida de los tres protagonistas. El primero de los relatos se centra en los últimos días de vida del místico de Ávila, aquel al que «no le era extraño el morir». En el segundo texto, Valero se atreve a elucubrar cuál fue la ruta que Hölderlin emprendió en su peregrinaje desde Burdeos hacia Stuttgart para reencontrarse con su amada moribunda, cruzando, «otras fronteras decisivas, la de la razón y la de la memoria, la de la ambición y la de la esperanza». Finalmente, el escritor, poeta y ensayista nos traslada a la noche del 8 de marzo de 1914, momento en el cual un joven Pessoa lleno de contradicciones y atrevimientos, de dudas, daría vida sobre el papel a uno de sus célebres heterónimos, Alberto Caeiro. Asistimos, por tanto, a tres fugas, tres huidas: una hacia la muerte, otra hacia la locura y una última en busca de la identidad. Es ésta una obra exquisita, sin duda. 

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