Nunca perdamos la capacidad de asombro (opinión)

Nunca hubiera imaginado que a lo largo de mi vida tuviera la oportunidad de conversar con gente a la que admiro, personas dedicadas en cuerpo y alma a tomar plena conciencia del mundo, a  pesar de sus riesgos. Soy afortunado, sí, por haber intercambiado pareceres con hombres y mujeres sensatos, hombres y mujeres que han adquirido contundencia y sabiduría a base de dudar, de inquietarse. Juan Villoro me comentaba esta misma semana que «uno de los peores infiernos que pueden ocurrirle a un ser humano es la pérdida de la curiosidad». El escritor y periodista mexicano, que acaba de recibir en Madrid otro reconocimiento más por su excelsa carrera periodística, me decía: «Sin curiosidad, sin asombro, no hay literatura». Y yo añado: No hay literatura ni hay nada, pues esa capacidad por cuestionarnos todo, por querer explorar lo inexplorado, conocer lo desconocido, es lo que nos hace precisamente humanos. El mundo tiene tanto que ofrecernos, tantas maravillas para emocionarnos, para llenar lo ausente o completar lo incompleto, que resulta abrumador.

Siempre he creído que yo era, que yo soy, un ser curioso por todo cuanto acontece a mi alrededor, alguien para quien ningún saber resulta ajeno o extravagante. El alma interior merece la pena ser estudiado, así como las necesidades psicológicas, espirituales e intelectuales. Excitar nuestras pasiones, es de vital importancia. Dialogar con el universo se antoja una experiencia única. Nunca perdamos la capacidad de admiración. 

Comentarios

Entradas populares