El arte que se transforma (artículo de prensa)

Detalle de la obra 'Fluid', de Claire Morgan, que se pudo ver en 'on&on'. Foto: Kris Heath

¿No se suponía que el arte se creaba para permanecer en un lugar y ser admirado? Pues, al parecer, no siempre. Al menos eso es lo que mucho artistas emergentes --y no tanto-- creen para poner en marcha sus proyectos. Hoy en día existen propuestas con la idea de “no permanencia”. Es lo que denominan “arte efímero”. Instalaciones, vídeos y performance que cambian a cada minuto, que nunca se muestran iguales, o piezas que están realizadas con un material que sabemos desaparecerá tarde o temprano. Este tipo de proyectos tienen una veta de espectáculo y a la vez una voluntad de hacer pensar hasta dónde llega el arte, o hasta dónde podría llegar. Estos artistas se preguntan: ¿Qué es más intenso, lo que permanece o lo que se esfuma? Como ven, estamos, de nuevo, inmersos en el mundo del arte conceptual.
Este concepto tan extraño para algunos tiene relación, también, con las variantes artísticas como el llamado land art --arte creado en espacios naturales, haciendo uso de los materiales de la naturaleza como madera, tierra, piedras, arena, rocas, etc.--, el arte urbano o el body painting --pintura artística aplicada a la piel, algo que realmente se practica desde hace siglos--. En este sentido, existen muestras del arte efímero que reflejan la evolución natural de las obras de arte que la integran y que son fundamentalmente instalaciones, realizadas con materiales tales como frutas, hielo, cera, chocolate, y también con organismos vivos y minerales. La memoria personal de cada visitante, sus vivencias y recuerdos, así como la decadencia inevitable de la naturaleza en el paso del tiempo, son temas presentes en el trabajo de todos los artistas participantes.

MAYOR DEBATE
El debate entre defensores y detractores del arte conceptual es de nunca acabar. El hecho de que existan muestras cuyas obras pueden ser vistas por poco tiempo, puede que no ayude a estrechar lazos. Sin embargo, lo que no deben hacer aquellas mentes dubitativas de la validez o no del arte actual es menospreciar las interpretaciones que de este tipo de obras se pueden extraer. Y es que el estudio de intervenciones artísticas efímeras en el espacio público busca entender los nuevos modos de contribución del arte a la construcción social. ¿Que forma de pacto social proponen estas manifestaciones? ¿En qué aspecto del orden social se encajan?¿Sería una forma de practicar el desorden? El debate está servido.
En España, el primer vestigio en formato expositivo de este movimiento artístico tuvo lugar en La Casa Encendida de Madrid el noviembre pasado. La exposición on&on abordaba el tema de la naturaleza efímera del arte. Las obras se transformaban a cada hora, cada minuto, cada segundo; no permanecían intactas ni un solo momento sino que evolucionaban con el paso del tiempo. Esta transformación continua estimula los sentidos del espectador evocándole recuerdos y sensaciones pasadas. De esta manera, la propia participación del visitante es lo que vuelve sólido y perdurable el arte efímero. Algo que se asemeja mucho a lo que viven aquellos atrevidos artistas castellonenses con la Bienal de l’Art del Rebuig.

ARTE DEL INSANTE
Las obras que se crean en esta cita tan peculiar promovida por la Fundación Isonomía pretende agitar la memoria personal de los visitantes, concienciarles de la importancia de la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. Por ese motivo hacen uso de materiales reciclados. Digamos que, uno de sus objetivos es hacer palpable la decadencia inevitable de las cosas e incluso de la naturaleza, que con el paso del tiempo se va transformando. No se trata, pues, de piezas que persiguen fijar una imagen para la posteridad, sino que pretenden abrir los ojos a la magia del instante, a la poesía del presente, con los cambios y transformaciones que conlleva, ya que todas y cada una de las piezas se crean en un mismo día para ser expuestas al momento.
Tomando prestadas las palabras de la crítica de arte de The Times, Rachel Campbell Johnston: “lo que guardamos en nuestras mentes --nuestros recuerdos, nuestras emociones, nuestras percepciones sobre nuestro propio sentido de la historia, nuestras ideas sobre aquello que podríamos llegar a ser, las esperanzas y las posibilidades que podríamos hacer realidad-- se convierte en un valioso tesoro que conservar. La experiencia de transformación continua que puede ofrece el arte es valiosísima. Trata de lo que es esencialmente humano; de lo que es completamente único”. Campbell Johnston habla de la fugacidad del tiempo, de la inmediatez, de la importancia que reside en las pequeñas cosas. En la Bienal de l’Art del Rebuig de Castellón podemos analizar estas y otras cuestiones que se aproximan a la divulgación de un mensaje en pro del bienestar social.
¿Y qué podemos entresacar de toda esta reflexión? Lo único que realmente perdura en nuestras vidas es el cambio, el proceso, la propia transformación. El arte nos ayuda a entender este hecho. La utilización de materiales perecederos y la realización de actos fugaces como las performances son la guía para alcanzar ese objetivo que nos permite reflexionar sobre nosotros mismos, que nos hace preguntarnos aquello de: ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy? Eso es algo que nos ofrece el arte que se crea hoy día.

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