Víctimas y verdugos, almas sin salvación (reseña literaria)

No suelo ofrecer consejos, pues no soy más que un simple bufón que juguetea y se disfraza, que interpreta el papel de entendido en el arte de la vida. Pero en esta ocasión sí me permito la licencia de aconsejar algo tan sencillo como esto: hagan caso a sus libreros de confianza, ellos les procurarán algunos de los momentos más placenteros de sus vidas a través de las lecturas que les recomienden, como la que aquí presento modestamente.
"He oído gritar en todas las lenguas del mundo". Crudas palabras las que escribe Jérôme Ferrari para retratar uno de los episodios más despreciables de la historia reciente de Francia, esa contienda repleta de sinsentidos --como toda guerra-- que tuvo lugar en Argelia, donde no olvidemos se institucionalizó la tortura o las ejecuciones sumarias. Donde dejé mi alma (Demipage Editorial), que así se titula la obra, no ofrece una lectura complaciente, con personajes bucólicos de palabrería barata y muchos artificios. No es una prosa fácil de digerir por la dureza de lo que allí se relata. No obstante, te atrapa.
Ferrari toma prestada esa historia real, tabú, para ficcionarla y hacernos ver los límites de la condición humana. En esta obra el lector observa con atención la caída del hombre, su condena; y lo hace mediante esa extraña relación de amor-odio, de repulsa e idolatría, entre dos hombres de culturas distintas, el capitán --mon capitaine-- Degorce y el jefe del ejército rebelde, Tarik Hadj Nacer, 'Tahar'. Pero no se equivoquen, este no es un relato donde hay buenos y malos. Aquí todo comportamiento y proceder es desagradable, repugnante incluso. Y lo es por su veracidad, a pesar de que "el mañana es tan irreal como el mundo que lo rodea".
Los personajes de esta narración son fantasmas, muertos en vida, alejados de cualquier destello de bondad y gracia. Hombres sin ninguna importancia, meros títeres que se sacrifican. Son supervivientes del terror, desoladas almas que han sido castigadas por una verdad terrorífica: la aceptación de la violencia. Todos ellos son víctimas y verdugos.
Donde dejé mi alma ha sido, y lo digo con total convencimiento, una de las obras que mayor impacto me han provocado, porque, de entre toda esa miseria, ¿existe algún ápice de esperanza? ¿Qué se puede rescatar? "El alma, quizás, el alma que da vida a la palabra". 

Comentarios

Entradas populares