De incertidumbres y jóvenes que van en busca de una oportunidad (columna de opinión)

Una autora mexicana --no diré escritora, pues tal término conlleva una responsabilidad social implícita que no desea ejercer todavía-- a la que admiro profundamente, a escondidas y a diez mil kilómetros de distancia (la que nos separa, además de todo un oceáno, Atlántico), escribió: "la incertidumbre debe ser la sensación más grande de mi generación". Razón no le falta; es más, diría que da en el clavo pues, ¿qué podemos esperar? ¿Las posibilidades de vivir un futuro apacible son halagüeñas? ¿Habrá trabajo para mí? ¿Seré capaz? ¿Mi formación es la correcta? ¿Quién me ofrecerá una oportunidad para demostrar mi valía? Podría continuar formulando mil y una preguntas, todas ellas sin una respuesta clara. Hoy día todo es enredo, engaño, embuste, pura broza que nos conduce irremediablemente a la confusión. 
Mi admirada autora dice también, o yo intuyo que quiere decir, que en la búsqueda por la dignidad está la clave. Sabemos que las palmaditas en la espalda, las sonrisas de complacencia y las palabras lisonjeras pasaron a mejor vida. Los jóvenes ya no buscan el reconocimiento, pues saben que es perder el tiempo. Los jóvenes (y no tan jóvenes), en su mayoría, tan solo quieren oportunidades, quieren ser dignos y dejar los lamentos, producidos en su mayoría por las injusticias, a un lado, quieren aparcar la indiferencia y actuar en consecuencia, quieren cambiar. ¿Qué hay de malo en ello? Dejémoslos. 

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