Contar historias como modo de supervivencia (reseña literaria)

Ejercer la memoria o desmemoria. Uno de los poderes de la ficción, de la literatura, del ser humano. Toda obra que dice ser autobiográfica dista mucho de serlo, pues todo goza de una interpretación previa. Diríase que la bandera del objetivismo es una mera ilusión, una cantinela que nos quisieron vender en su día para legitimar unos hechos o valorar una vida sin analizarla previamente. Sin embargo, perseguir ese propósito es perseguir el fracaso; la perfección no existe, creer lo contrario es ser un iluso que vive a merced de cualquier papanatas con un poco de sentido común.
Cualquier episodio de nuestra historia es un recuerdo que moldeamos a nuestro antojo. De lo que ocurrió a lo que uno evoca existe una diferencia abismal. Nuestra memoria se nutre de imágenes u olores, pequeños matices que a veces se antojan imperceptibles. Resulta algo complicado, pero es así de simple. Falseamos todo, incluso a nosotros mismos.
Harry Crews, uno de los escritores más controvertidos de las letras estadounidenses, sabía perfectamente que todo en esta vida es un constante enfrentamiento, una lucha contra el mundo, contra esa realidad que nos circunda, y contra nuestro propio ego. La culpa siempre está presente, de un modo u otro, y eso resulta incómodo hasta que extirpamos ese rechazo como sea. En su caso, mediante la escritura. En Una infancia. Biografía de un lugar (Acuarela & A. Machado) Crews retorna a su pasado para reconciliarse con él. Para ello viaja mucho más allá, incluso antes de su nacimiento, para encontrar a ese padre que no pudo conocer y que siempre será una incógnita. Obviamente, esa acción demuestra un claro ejercicio de ficción, pues aquello que escribe procede de historietas que le contaron sobre la figura paterna. Crews rememora los campos del condado de Bacon, al sur del estado de Georgia, las granjas, los juegos con su amigo Willalee Bookatee, la vieja Auntie, su perro Sam, serpientes que hablan, pájaros que escupen... En esa vuelta a su infancia describe de una forma desgarradora el modo de vida de aquellos que labraban la tierra en las primeras décadas del siglo XX. "Se trataba de un mundo en el que la supervivencia dependía del valor, de un coraje crudo nacido de la desesperación y mantenido por la ausencia de alternativas", escribe. Enfermedades, hambruna, muerte... Todo ello le condujo, aunque no era consciente todavía, a la literatura. "[...] la invención se convirtió en un modo de vida", leemos.
Alcohólico, violento pero siempre sorprendente, Harry Crews sabía cómo narrar una historia, así sobrevivía. Y eso, no tiene precio.

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