Los recuerdos de un alma en rebeldía (reseña literaria)

Bombas en el Capitolio de los Estados Unidos, en Washington DC, en el Pentágono y en el edificio Harry S. Truman del Departamento de Estado. Manifestaciones, arrestos, atracos, ataques a la policía y edificios judiciales... The Weather Underground fueron una organización de izquierda radical de finales de la década de los 60 y principios de los 70. Nadie pensaría que eran unos angelitos, más bien todo lo contrario. ¿Extremistas? Quizá. ¿Terroristas? Puede ser. No obstante, siempre hay un punto inicial, siempre hay una historia detrás y esa es, precisamente, la que Bill Ayers narra en un libro que te deja petrificado por su sinceridad como es Días de fuga (Hoja de Lata).
Ayers fue uno de los líderes de esta agrupación que nacería para defender los derechos civiles y que lucharía hasta el extremo contra la Guerra de Vietnam. A lo largo de estas "memorias", el lector viaja en el tiempo y llega a ser partícipe de acontecimientos que cambiaron el mundo, provocando una gran convulsión y confusión en toda una generación. Eran momentos protagonizados por las revoluciones en Latinoamérica, levantamientos en toda Asia, movimientos de liberación en África... Eran tiempos en los que decir basta. Era un "mundo en crisis, un mundo en movimiento, un mundo arrojándose hacia un destino quizás no muy lejano que aún no se podía vislumbrar. Un mundo sin duda herido y autodestructivo pero palpitante de vida y de posibilidades, cargado de energía y de contradicciones y asediado por el peso de la responsabilidad de llevar a cabo elecciones susceptibles de ser fabulosas o fatales: mi mundo", como escribe Bill Ayers.
Los años 60 fueron una época de violencia y en ella la sociedad vivía de forma violenta, hastiados por la más absoluta de las incoherencias --como fue la guerra de Vietnam--, decepcionados con el poder. Se necesitaba un cambio, se exigía un cambio, a cualquier precio. "Yo elegí el bando de los rebeldes, de los resistentes, de los que se oponían al dictamen de la mayoría, de los agnósticos y los escépticos", relata Ayers, pues creía que "el verdadero daño no se lo infligían estos al mundo sino los dóciles y los obedientes, los indiferentes y los crédulos", la masa o rebaño al servicio de un pastor desnortado. "Si no alzábamos nuestra voz, si no actuábamos, éramos unos traidores", asegura. Y a través de estas páginas observamos su periplo en pro de una causa que creían sobresaliente: combatir por la propia humanidad, en su independencia. Luego podremos justificarlos o condenarlos, allá cada cual. 

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