El retrato más humano de la figura de Friedrich Nietzsche (reseña)

Creo que fue Aristóteles quien dijo: «La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas». A lo largo de la vida encontramos seres con los que conectamos, personas por las que sentimos una mayor afinidad. Ese nexo o vínculo se forja sin saber muy bien cómo. La complicidad que se establece puede ser fruto de un pasado en común, de la semejanza de pensamiento o, incluso, por qué no, por causas más cercanas a la propia química de los cuerpos. Es algo extraordinario, incomprensible hasta cierto punto, complicado pero también maravilloso —como todas las relaciones sociales—. 

La literatura nos ha brindado historias inolvidables sobre la amistad. No puedo dejar de pensar en Cervantes, en su Quijote y su Sancho Panza, por citar un solo ejemplo. Son historias en las que afloran sentimientos profundos basados en el respeto mutuo, en la total y absoluta fe en el otro, en la admiración y, sobre todo, en la comprensión. Del mismo modo, hay testimonios que transmiten o nos descubren esa relación de afecto y confianza, como la que ofrece Franz Overbeck en La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche (Errata naturae).

Dicen que Overbeck fue probablemente el único amigo que tuvo el filósofo de la sospecha por excelencia: Friedrich Nietzsche. Ciertamente, tras leer estas reflexiones, que son más bien una serie de confidencias sinceras, puedo dar fe de la honesta y profunda fascinación y afecto que Overbeck sentía por Nietzsche. Este libro, que ahora se vuelve a reeditar con un nuevo prólogo del que también es su traductor, Iván de los Ríos, nos permite ver más allá del propio pensador alemán, pues es, en cierto modo, el retrato que de él hace un ser querido. Esta visión externa, ese análisis sentido que Overbeck compartió en su momento con el mundo, es un alegato en toda regla en defensa de la persona con la que compartió parte de su juventud, con ese ser que le deleitó a través de su pensamiento. No obstante, si creen que a través de esta lectura el objetivo de Overbeck es ensalzar la figura de Nietzsche se equivocarían, porque lo que realmente tenemos frente a nosotros es, quizá, un retrato humano, demasiado humano, del genio. 

Gracias a este libro, los que nos confesamos fieles devotos del saber nietzscheano, somos capaces de ver y comprender algunos de los miedos del filósofo, algunos de sus defectos y miserias, que no son tan diferentes al del resto de los seres humanos, si no, más bien, las mismas que todos y cada uno de nosotros desarrollamos a lo largo de nuestra existencia. Es esta una obra esencial para redescubrir al hombre que «mató a Dios». 

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