Las divertidas peripecias de universitarios soñadores (reseña)

Los tiempos, cambian. Aquello que hoy en día creemos es una extravagancia puede que no lo fuera hace un siglo, y al contrario. Sin ir más lejos, los avances tecnológicos han provocado el surgimiento de nuevas formas de ocio. Uno puede divertirse solo, encerrado en una habitación, aislado del mundo, centrando toda su atención en una pantalla. También puede comunicarse a través de internet, encerrado en una habitación, aislado del mundo, centrando toda su atención en una pantalla. A eso lo llamo yo living la vida loca, sí señor. 

Dejando el sarcasmo a un lado, los jóvenes de hoy, no ya los adolescentes sino los que deciden acudir por voluntad propia a la Universidad para formarse en unos estudios superiores, se divierten de un modo distinto a los jóvenes de principios del siglo XX. Actualmente hay mucho de todo, a todas horas, lo que provoca una indiferencia prematura de todo cuanto acontece en el mundo. Los jóvenes se aburren con cualquier cosa antes de empezar, fruto de esa necesidad (provocada) de estímulos constantes.

El psicólogo Ángel Peralbo dice que, «la juventud de hoy lo ha visto casi todo pero no comprende ni la mitad». Es por ello que no dejo de asombrarme con la capacidad o las formas de divertirse de antaño. Con mucho menos, hacían mucho más, poniendo a prueba, en ese proceso, su inteligencia, algo que queda perfectamente reflejado en Kathleen (Periférica). En esta novelita, el autor británico Chritopher Morley relata cómo un grupo de jóvenes universitarios se reúnen semanalmente (cada semana uno de ellos ejerce de anfitrión) para poner en común los relatos, poemas o ensayos que han desarrollado en ese periodo. Comparten sus creaciones, las critican o las loan, ríen y beben. Así es cómo se divierten, y reconozco que me entusiasma.

Un buen día, uno de los miembros de este singular club literario, que se hace llamar Los Escorpiones, encuentra una carta en una librería. Dicho hallazgo decide compartirlo con el grupo y, apasionados ellos, soñadores, deciden escribir una novela a partir de los personajes que aparecen en la misiva. Así es cómo cobra vida en sus mentes el personaje de Kathleen, una muchacha de la que todos se enamoran. Y no contentos con «darle» vida, acuerdan ir a ver a la Kathleen real para comprobar si su chica ideal es como creen. Un verdadero reto.

Morley, con maestría, sumerge al lector en una serie de peripecias, a cual más extravagante, para ver quién de los jóvenes de Oxford será capaz de entablar una conversación con su querida Kathleen. Las risas, se lo advierto, se suceden en esta obra que me parece deliciosamente divertida. 

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