El sillón 'e' quedó vacío (artículo de prensa)

Miguel Delibes por Ulf Andersen

Nos hemos quedado un poco más huérfanos. Con la desaparición de Miguel Delibes perdemos a uno de los padres de la literatura española. Perdemos también a un portavoz, un guía espiritual que nos aconsejaba a través de sus obras sobre el vivir. Amante de la caza, amante de las letras y amante del sosiego del mundo rural. Tierra y palabra, al fin y al cabo. Así podríamos definir a un hombre que nos enseñó a leer y a entrever ese otro lado de la vida en el que el tiempo permanece inalterable y en el que se nos desvela la gracia de una simple y llana palabreja. Con Delibes se nos fue un narrador de historias único, “el verdadero dueño de la lengua”, como dijo Juan Cruz. Su profunda observación del campo, su verdadera inspiración, y la paciencia que le caracterizaba hicieron del vallisoletano un conductor idóneo para desenmarañar el alma humana.
LA LENGUA DEL PUEBLO
El viejo escritor castellano dijo una vez: “La lengua nace del pueblo; que vuelva a él, que se funda con él porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua”. Esa fue su máxima y con ese pensamiento nos dejó, no sin antes legarnos un patrimonio de incalculable valor: sus obras, verdaderas joyas de la literatura del siglo XX español. Tras su muerte, hace ya una semana, han sido cientos y cientos los artículos, mensajes y reportajes dedicados al “gran escritor castizo”. Desde Cuadernos, cuya noticia nos dejó algo trastornados, pensamos que debíamos unirnos al homenaje de este baluarte de nuestras letras. Es por eso que, aunque con algo de retraso, intentamos retener en las memorias de nuestros lectores a un personaje del que muchos deberían aprender su clase.
EL PAISAJE
Del estilo y la temática principal de las novelas de Delibes se podría escribir largo y tendido. Como no disponemos de ese espacio, por desgracia, sí nos gustaría recordar unas palabras de Juan Cruz. Dicen así: “Pero sus novelas no son hijas o herederas de las costumbres, exclusivamente; en él hay una sencillez barojiana, pero su observación va más hondo: conduce la historia para que se vea el alma, el paisaje es el pretexto. Detrás de ‘Los santos inocentes’ hay, es cierto, campo, la soledad de los campos, la tristeza rotunda que se esconde en medio de la miseria, pero hay sobre todo metáfora de esa larga y honda soledad que padecen los hombres que no se acompañan por dentro”.
“Yo nací en Ávila, la vieja ciudad de las murallas, y creo, que el silencio y el recogimiento casi místico de esta ciudad se me metieron en el alma nada más nacer. No dudo de que, aparte de otras varias circunstancias, fue el clima pausado y retraído de esta ciudad el que determinó, en gran parte, la formación de mi carácter.” Así comienza La sombra del ciprés es alargada, la novela que le encumbró ganando el Premio Nadal en 1947. Con estas primeras líneas ya podemos identificar gran parte de la personalidad de Delibes. Ese clima pausado y retraído del que hablaba es el que vivió y disfrutó, el que convirtió en ficción y el que idealizó siempre dándolo a conocer al resto de los mortales. Miguel Delibes, sin pretenderlo, fue el mejor embajador de Castilla con sus escritos. Los Santos inocentes es un claro ejemplo de ello. Con esta obra llegaría el encumbramiento y la rendición, por parte de los hombres y mujeres de letras del momento, ante tales dotes literarias. Delibes se convirtió en referencia indiscutible. Ahora, Delibes ha subido un peldaño más y ya ha alcanzado el rango de mito literario, aunque quizá no le gustara tal apelativo, ya que la modestia siempre le acompañaba. Cuando le obsequiaron con el Premio Cervantes dijo: “Este premio es un privilegio de la edad. Solo se da de los 70 para arriba. La verdad es que soy un pollo entre todos los premiados.”
Discreción y austeridad. Otros dos calificativos que reflejan a la perfección cómo era Miguel Delibes. El mundo de la cultura se ha volcado en reconocer la valía de este gran hombre de campo. Hasta siempre Don Miguel, cuídese mucho y guárdenos un sitio allá donde esté para compartir momentos de tertulia.

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