Un viaje irónico por la Dinamarca ‘borracha’ (reseña literaria)

Situaciones disparatadas, incoherentes, extrañas, surrealistas... La bebida puede ser la causa de muchos encuentros comprometidos o, también, liberadores. Deshinibirse de tanto en cuanto no va mal, ¿no? No sé muy bien porqué, decidí adentrarme en la lectura de un libro cuyo protagonista indiscutible es el alcohol, que tiende sus hilos sobre la célebre patria del Hamlet de Shakespeare. Grandes borrachos daneses es una obra que te arranca la sonrisa y, en un momento dado, incluso la carcajada. Cierto es, que ser testigo de las desgracias de unos pocos causadas por el consumo desmedido del alcohol puede resultar triste. Sin embargo, la forma de narrar los hechos y, sobre todo, la intención de los dos autores de esta, para mí ya inolvidable, obra, provocan un estado de bienestar total en el cuerpo del lector.
Algunos dirán que es un libro estúpido, pero yo soy de la opinión de que estamos ante una obra tremendamente irónica. A través de cada uno de los personajes --que no sabemos realmente si son ficticios-- contemplamos una obra que cumple a las mil maravillas los requisitos del humor absurdo, ese que tanto adoro. Nunca tendremos la certeza exacta de cuáles eran los planes que perseguían Ignacio Vidal-Folch y Lars Bang Larsen al escribir este libro publicado en Alfabia --editorial, por cierto, que posee un catálogo fascinante--. Tampoco tendremos la seguridad ni la capacidad de definirlo o incluirlo en un género u otro. Grandes borrachos daneses puede ser, perfectamente, un libro de anécdotas, un dietario de viaje, una serie de artículos sensacionalistas... Leerlo, dicen algunos, es una pérdida de tiempo. Creo se equivocan, porque el poso que queda en nuestra mente gracias a esa retahíla de historias sin sentido cargadas de sarcasmo, es más que divertida. Además, nadie dijo que leer no pudiera ser un mero divertimento. Reírse es vital y hoy en día parece que nos hayamos olvidado.
Por último, y como consejo, no hace falta ser un dipsómano reconocido para dejarse llevar por esta lectura y entenderla. Cada historieta es un microcosmos cuyo centro neurálgico está impregnado por el whisky, la cerveza o cualquier otra sustancia que pueda embriagar a una persona. Lo bueno de todo, si es que lo hay, es saber hasta dónde puede llegar el ser humano en este estado total de deshinibición. Locuras varias y malos entendidos en este trepidante viaje a Dinamarca y sus alcoholizados ciudadanos.

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