Una mirada romántica del cielo y sus nubes (reseña literaria)

¿Recuerdan aquel anuncio --para mí algo tonto, por no decir muy tonto-- de “a qué huelen las nubes”? Si mi memoria no me falla hace ya más de una década del ‘spot’. Sin embargo, esa preocupación por los nubarrones no es de ahora. Desde que el ser humano vaga por estas tierras siempre ha tenido ciertas inquietudes con respecto a esas masas visibles que parecen algodón y surcan los cielos. La ciencia nos dice que están compuestas por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas. La literatura, por el contrario, nos concede la posibilidad de imaginar un sinfín de definiciones. Es la magia que tienen las letras.
Parece poco propicio el que un autor considerado, de fama mundial y reconocido prestigio, dedique su tiempo a mirar hacia arriba y pensar en esas manchas suspendidas en la atmósfera. Pero así es. Johann Wolfgang Goethe, el mayor escritor alemán de la época romántica, el creador de esa magistral obra titulada Fausto, tenía curiosidad por las nubes. Durante un tiempo considerable realizó, a modo de diario, una serie de anotaciones sobre sus observaciones de nubes. Aunque pueda parecer extraño, la lectura de tales cuestiones despierta en el lector nuevas sensaciones. La editorial Nórdica Libros nos ofrece la posibilidad de adentrarnos en ese curioso mundo atmosférico a través de El juego de las nubes, una recopilación de los textos que Goethe escribió tras interesarse seriamente por la obra del inglés Luke Howard, On the modifications of clouds, una clasificación de las nubes.
Para el científico germano Karl-Agust, duque de Weimar en la época, las nubes eran seres animados que reaccionan en función de las condiciones de la tierra y de su fuerza de atracción. Es por eso que para Goethe --quien se interesó por la ciencia gracias al noble-- la observación de fenómenos atmosféricos responde a dos cuestiones, una empírica y otra simbólica. Como digo, la lectura resulta atractiva y muy amena, sobre todo, porque cuenta con unas excelentes ilustraciones de Fernando Vicente. Entre los textos de Goethe y los dibujos de Vicente, podemos captar la belleza de las nubes respirando ese preciado aire romántico que embaucó a más de una generación. Tras la lectura, tengan por seguro que mirarán al cielo para redescubrir esos algodoncillos esponjosos que sobrevuelan nuestras cabezas día tras día.

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