El mejor final soñado (Tardor Cultural Vilafamés'11)

Todo lo bueno se acaba, dicen aquellos que portan la bandera del pesimismo con orgullo. Parte de razón, si soy sincero, no les falta. Aún con todo, no me gusta pensar demasiado en ello. Prefiero, si me lo permiten, tener la consciencia de que aún quedan muchas satisfacciones por vivir, momentos en los cuales dejamos a un lado todas las preocupaciones que perjudiquen el bienestar de nuestras mentes, para practicar algo tan sencillo como el mero disfrute. En este sentido, la Tardor Cultural de Vilafamés es, sin duda, uno de los mejores remedios que existen para ser más feliz. Ha pasado ya una semana y aún sigo con esa sonrisa tonta dibujada en el rostro --dicha sonrisa, por cierto, se debe a la enorme satisfacción producida por haber sido partícipe del excepcional colofón que brindó la Tardor con el concierto de Pere Ros y Sabina Colonna Preti--. Es lo que tiene un festival como el que cada año organiza de forma extraordinaria una persona que merece todos los piropos habidos y por haber, María Martínez Belaire, quien, por cierto de forma acertadísima, Pere Ros definió como “el alma de la Tardor Cultural”. Una verdad del tamaño de un templo barroco, periodo este al que Ros y Colonna Preti nos hicieron viajarcon sus violas da gamba.
Del concierto que clausuró la Tardor 2011 diré que ese diálogo entre dos músicos de la talla de Pere Ros y Sabina Colonna Preti fue soberbio. Cuando uno es espectador desea ver una actuación perfecta, algo que se le antoje inolvidable. Eso fue lo que yo vi gracias a esa mirada cómplice que ambos intérpretes se permitían mostrarnos. Ni que decir tiene la maestría de ambos, su técnica prodigiosa y su interrelación con un público entregado, un público que hace de este festival un acontecimiento fuera de lo común.
Ros y Colonna Preti interpretaron un diálogo musical con obras de Carl Friedrich Abel --uno de los últimos virtuosos de la viola da gamba--, Christoph Schaffrath y un autor desconocido que dejó un importante legado de seis sonatas para un instrumento que enamora con su sonido. “A lo largo de los tres movimientos, las dos violas se entrelazan en una delicadísima conversación en la que se hace difícil adivinar quién acompaña a quién”, remarcaba Pere Ros. Ciertamente, a lo largo del concierto no hubo ninguna pelea de egos, más bien todo lo contrario. Ambos músicos nos regalaron un momento repleto de esplendor, algo que ya se está convirtiendo en una costumbre en el certamen de música antigua y barroca de Vilafamés. Cada edición me parece una joya extraordinaria y cada edición logra superar las expectativas creadas. Además, y no quisiera terminar sin mencionarlo, los dos músicos nos regalaron la interpretación de La Silva, de Antoine Forqueray. Esta pieza, dedicada, y con todo merecimiento, a ese “alma de la Tardor” a la que debemos tanto, fue el mejor final soñado.
Desde aquí, seguiremos siendo fieles a esta cita que va más allá de lo meramente musical. La Tardor Cultural es, como su propio nombre indica, una cita con la cultura en mayúsculas. Sin ella, no habría un otoño feliz en la provincia de Castellón. Sin la Tardor nos quedaríamos sin uno de los baluartes más importantes de nuestro patrimonio. Larga vida, pues.

Pere Ros fotografiado por Michal Novak

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