Un poeta preocupado (artículo de prensa)

Este año 2010 está marcando un antes y un después en la carrera de Javier Vicedo por dos razones a saber: la publicación de dos nuevas obras, y la consecución del II Premio de Poesía Joven de RNE. Asombroso. Y no digo esto para complacer a nadie, ni al propio Javier. Ni mucho menos. Por el momento, Javier Vicedo está eclosionando a un ritmo trepidante. En tan solo tres años ha dejado de ser una simple promesa para convertirse en una realidad poética latente. Su talento crece, evoluciona y muta al mismo ritmo que su vida. Si a todo esto le sumas otras serie particularidades, podemos tener la certeza de estar ante un POETA (con mayúsculas).
¿Su fórmula? Ser poseedor de una inquietud enigmática, una imaginación al alza y un amor por el lenguaje muy vivo. Vicedo, o eso creo yo, se dio cuenta de la necesidad que tiene el ser humano de expresarse, de reflexionar y de crear un espíritu crítico. Digamos, que el joven poeta es poseedor de una voz interior que nos ofrece una serie de porqués, cómos, cuándos y dóndes de su yo y, por ende, de su generación, aquella que, por desgracia, se ha visto envuelta en un aire de cierta desgana por pensar –aunque eso sí, con excepciones--.

‘LA ÚLTIMA DISTANCIA’
En La última distancia, su última obra publicada --y que sin embargo escribió mucho antes de Ventanas a ninguna parte--, se hace eco de la extrañeza que impera hoy, donde en multitud de ocasiones la crudeza no deja paso a la imaginación, donde los sentimientos quedan ocultos y donde el espíritu se va distanciando más y más de todos los cuerpos y lugares que existen.
La última distancia es, además, una serie de proposiciones, de sentencias, que nos permiten recrear situaciones o vivencias de forma coherente y con mucha fuerza. Con esta obra Vicedo muestra su carácter preocupado y, haciéndose valer por el poder del lenguaje y la palabra, comparte con nosotros algunas verdades y, también, algunos absurdos e ironías muy perspicaces --no es de extrañar que el jurado del premio de RNE destacara su madurez poética--.
El viaje que nos propone es de largo recorrido y nada aburrido, más bien al contrario, no deja indiferente a ningún lector. Le doy gracias por esta aventura a modo de pensamiento reflexivo. Le doy gracias, también, por ser noticia y hacerme --siento personalizar tanto el texto--, en ocasiones, el trabajo un poco más fácil.
Desde que comencé mi peculiar andadura por el mundo del periodismo cultural no tuve dudas en apostar por el arte de Javier Vicedo. Quizá pueda pecar de falsa modestia pero muchos de nosotros –de los que nos dedicamos a esto de la divulgación y la creación de cultura-- sabíamos de su potencial. Tenemos una confianza ciega –y con esto no quiero ponerle una losa sobre la espalda-- en su capacidad creativa y le animamos a que, por favor, no deje nunca que esa llama que le ilumina se apague. Él forma parte de una generación de autores cuyo estilo es directo y claro, pero con una gran firmeza conceptual.
El propio Vicedo, durante la presentación, recordó sus inicios tímidos en esto de la poesía. Aquellos tiempos, decia, en los que parecía que escribir versos era ‘tabú’. La adolescencia nos juega estas pasadas. Sin embargo, esa timidez primigenia se ha tornado en una seguridad --al menos en apariencia-- que le permite vociferar a los cuatro vientos que sí, que él es un poeta. Al fin y al cabo, eso es lo que le hace feliz. ¡Qué suerte tiene el condenado!
Su devoción por la letra permite soñar, permite crecer. Sin duda, estamos ante un poeta preocupado del siglo XXI. Quizá etiquetarle de esta forma tan ligera sea una pequeña estupidez por mi parte, pero insisto, e insistiré, en que su voz tiene muchas cosas que decirnos al resto. A través de su poesía podemos dejar de lado esa extrañeza que rodea todo aquello cuanto somos y hacemos --y si no la podemos dejar de lado, al menos tenemos la oportunidad de comprenderla un poco mejor gracias a su perspectiva--.
La última distancia, pese a ser una obra de adolescencia --tal y como confiesa Javier--, posee pasajes muy intensos, que le acercaron a la madurez --aunque todavía le queda mucho camino por recorrer-- de ‘Ventanas a ninguna parte’. Tenemos poeta para mucho, mucho tiempo.

Comentarios

Esther ha dicho que…
Me alucina lo bien que escribes. Me encanta. Cuando leo tus escritos siento pasión por lo que narras, siento interés por el sujeto sobre el que escribes. Además eres entretenido y nada pedante. Te expresas con claridad.

Ahora tendré que leer 'La última distancia'.

Un beso.
Eric GC ha dicho que…
Graciasssssss!!! Es de agradecer que a uno le hagan comentarios de esta clase. Da energías!!! Eres un apoyo moral de primera categoría. Reconozco que cada artículo lo impregno con mi personalidad. Quizá peque de ser demasiado subjetivo pero no conozco otra forma de hacerlo. En el caso de Javi y 'La última distancia' qué puedo decir? Es amigo mío y sé que tiene un gran potencial. Puede que se me haya visto el plumero pero... debemos apoyarnos mutuamente. De nuevo, Esther, mil gracias por pasearte por este rinconcito que también es tuyo.

Besos

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