Aquellos que miran arte (artículo de prensa)

Un hombre mira la obra 'Turnsole', de Kenneth Noland, en el MoMa de Nueva York. Foto: Arnd Wieggman

Existen muchos tipos de propuestas expositivas, proyectos artísticos, instalaciones... Cada una de ellas depende de una gran cantidad de factores para lograr el éxito: la calidad de las obras, el trabajo del curator/comisario, la propia sala o centro de exposición, una o mil ideas que sobrevuelan quién sabe por dónde y, sobre todo, la opinión del espectador. Siempre se habla del artista, del trabajo de las instituciones y centros de arte, del comisariado, del crítico, de los gestores del espacio, los investigadores y teóricos del arte, los buscadores de tesoros y coleccionistas, pero nadie habla del espectador.
Cierto es, que con todo el espectáculo que se ha formado en torno al mercado del arte y que ha alcanzado a todos los niveles del quehacer artístico, la cosa se complica. Volvemos, una vez más, a ese descrédito por el arte actual del que tanto se vanaglorian algunos. Delimitar las responsabilidades y marcar barreras para revelar objetivos y sentar las bases para saber aproximadamente cómo es el espectador del arte contemporáneo es harto complicado. El porqué es bien sencillo, cada cual tiene un gusto estético o una inquietud que buscar. Definir o crear un perfil sobre esta figura “en la sombra” sería como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo, podemos elucubrar, algo que se la da muy bien a más de un experto.

INQUIETUDES
Así pues, la figura del público/espectador que visita exposiciones de arte contemporáneo es una persona con preguntas, con una curiosidad por ampliar su bagaje cultural muy marcada y que no juzgan por la mera apariencia una obra de arte. Con esto no quiero decir --me comerían los lobos si fuer así-- que las personas que normalmente visitan museos y galerías con obras clásicas no cumplan los “requisitos” antes descritos. Lo único que podría diferenciarlos sería, a mi modesto parecer, esa apertura sensorial hacia lo desconocido, hacia un arte que difícilmente se entendería en un primer vistazo.
En anteriores ocasiones ya hemos hecho mención a la carga filosófica que invade al arte de hoy en día, por eso siempre es necesario indagar un poco más para comprender el mensaje que el artista ha querido transmitir. Sé que es algo complicado, que puede aburrir o incluso enajenar a más de uno. Aún con todo, la experiencia de descifrar esos códigos imaginarios hace de todo esto una aventura peculiar.
El espectador de hoy sabe de la existencia de las legiones de pintores y escultores lamentables, de espantosos creadores de vídeo y de artistas conceptuales que sería mejor olvidar. Eso es lo que también les caracteriza, ya que poseen una base --no importa en este caso si ésta es sólida o incipiente-- de conocimiento sobre las vanguardias y movimientos artísticos que han tenido lugar a lo largo del último siglo. Tienen una opinión formada y desean verificarla yendo a los espacios donde uno puede contemplar este tipo de manifestaciones. Debemos dar gracias porque hoy día hacer esto es bien sencillo. ¿Significa esto que anteriormente uno no podía acceder al arte? Como dice el crítico Adrian Searle “hoy hay más artistas produciendo más arte, más espacios donde mostrarlo, más museos, más centros de exposiciones, más coleccionistas y más gente contemplando todo tipo de creación”. Existe tal variedad que muchas veces no sabemos a dónde acudir ni a quién ver. Por esa misma razón, otra de las cualidades que nuestro “espectador” posee es el “atreverse”. Dejar a un lado los prejuicios es la clave para tener acceso universal a las artes de que disfrutamos en la actualidad. Esto era impensable, incluso, hace dos o tres décadas. “Lo que ocurre es que hay tanto arte. Y el mejor arte se apodera de nuestras vidas y las enriquece. Pere para que eso ocurra no queda otra que trabajar un poquito y descartar un montón”, dice Searle.
Teniendo en cuenta que el arte para el artista --al menos en teoría-- no es un monólogo, sino un diálogo que sostiene con un espectador real o imaginario, que tiene --entre otras funciones-- una función social que desempeñar y que sirve como un enlace de comunicación con los demás, creo que se le debe dar mayor importancia, o al menos mimar un poco más, al espectador. Aquellos que miran arte, que buscan emocionarse o reflexionar a través de él, merecen un apoyo moral ya que muchas veces se les tilda de “locos” por no querer formar parte del juego común del materialismo económico. Nuestra conciencia de las cosas y del espacio, nuestras capacidades de relación, de síntesis o conceptualización, realmente importan. El arte de hoy nos reta a estar siempre despiertos.

Comentarios

Esther ha dicho que…
Vas a disfrutar mucho en Arco, además de otras ferias de arte que coinciden en las mismas fechas en Madrid. Uf no darás a basto. Pásalo bien y luego nos lo cuentas todo.

Un gran abrazo, Eric.

Entradas populares