Las galerías “rebeldes” (artículo de prensa)


Imagen de ArcoMadrid'10. Fotografía de David Castro

De todos es sabido que no atravesamos nuestra mejor época. Existe una gran crisis económica y, aunque algunos no lo quieran reconocer, de valores que han creado un ambiente enrarecido a más no poder. Todo resulta complicado hoy día, o eso nos dicen. El mundo de la cultura, por lo general, siempre es la primera afectada en los momentos de controversias e improvisaciones políticas en busca de un bien común --que nunca es común, por cierto--. Los recortes, como es de esperar, siempre fijan su mirada atenta en los centros de arte. Miren, sino, los ejemplos recientes del Museo Chillida-Leku o del Centro José Guerrero de Granada, que han sucumbido al terrorífico desastre de la burocracia y mala gestión. Dos centros de arte contemporáneo han muerto en tan solo un par de semanas. Y lo que queda, imagino.
Del mismo modo, aunque con menor repercusión mediática en algunos casos, las galerías están sufriendo un constante ataque de incertidumbres. Esos “quiero y no puedo” causados, en parte, por el descrédito que sufre el arte actual, unido a que la gente prefiere gastarse el dinero en ir a Cancún de vacaciones, han provocado que muchas salas de arte cuelguen el cartel de “cerrado” o, peor aún, “liquidación por cierre”. “Ser galerista es muy difícil”, me dijeron una vez. No me cabe duda. Esa batalla campal por sobrevivir con la venta de obras artísticas es admirable, sobretodo cuando apuestan por mostrar a artistas que realmente tengan algo que decirnos. Actualmente, son muchas las galerías que han dejado su actividad bajo mínimos. Existen otras que han preferido emigrar para ver si encuentran un paraíso virgen. Lo cierto es que ante el evidente freno del coleccionismo español, tanto público como privado, todo se dirige hacia un laberinto de dudas y de deudas del que resulta casi imposible salir. Pero no hay que desesperar. Con Arco a la vuelta de la esquina muchas de las galerías españolas tienen una oportunidad de oro para recuperarse si todo lo que han prometido desde la nueva dirección de la feria de arte internacional de Madrid es cierto: “habrá más calidad”. Más calidad y seriedad en las galerías presentes y en las obras que éstas ofrezcan. Esperemos a ver. Desde Castellón, y pese a algún titubeo inicial, la galería Cànem volverá a ser nuestra representante en esta cita.
El mercado del arte, tan polémico y confuso, está viendo las “orejas del lobo” demasiado cerca. La crisis ha acelerado el cierre de muchas salas, pero la problemática existente no puede resumirse en eso. Existe, y esto no lo digo yo solo, un problema de estrategia en el sector. Como es lógico cada galerista quiere unos beneficios para sí, pero creo que si las diversas salas unieran esfuerzos, este bache podría superarse con mayor celeridad. Habría que renovar el discurso. Un ejemplo perfecto sobre ese “nuevo discurso” es el que tenemos la oportunidad de disfrutar cada año en la Nit de l’Art en Castelló. Estas noches dedicadas a las salas de arte de la ciudad atraen a numeroso público que, de otra forma, nunca se atrevería a visitar alguna de estas galerías.
Esa magnífica estrategia es la que debería fomentarse para que estos minicentros de arte sean más atractivos de cara a la sociedad. Por citar otro ejemplo, nombraré Jugada a tres bandas, un proyecto ideado en Madrid por Virginia Torrente en el que galerías y comisarios trabajan juntos para renovar la típica “muestra de galería” y acoger proyectos que, en estos tiempos, no tienen cabida en centros o museos. “La unión hace la fuerza”, me dijeron de niño; así que no es tan descabellado pensar en una unión de criterios y de ideas entre las galerías castellonenses para que puedan retomar el vuelo. Hay que reinventarse constantemente para estar preparados.

VISIBILIDAD
Quizá sea demasiado pretencioso al decir que uno de los problemas que existen en Castellón y, por supuesto, en toda España, es ese distanciamiento imaginario entre las galerías y la sociedad. A pesar de que el mercado esté confuso, la gente no visita salas de arte. Únicamente en las inauguraciones pueden divisarse algunas cabezas, no más. Este hecho nos llevaría a preguntarnos: ¿para qué sirve una galería? Sintetizándolo mucho, diríamos que para dar voz a nuevos valores artísticos que todavía no gozan de la confianza institucional --es decir, de los museos-- para que sean expuestos y para fomentar el coleccionismo --sea este de carácter privado o público--.
Por otro lado, habría que trabajar en una educación de base, para generar el interés real por el arte contemporáneo y el hecho de coleccionarlo. En este sentido, creo que sería todo un acierto que las galerías se hicieran más visibles de cara al público. Muchas personas en Castellón no saben cuántos espacios albergan exposiciones. No diré que este hecho lo produzca la indiferencia, pero si el desconocimiento o el miedo por ver cosas que, a priori, no logramos entender. Es un reto, eso está claro.
Sin duda, las galerías deberían ser más rebeldes para evitar que el arte contemporáneo --que es el que más afectado en toda esta batería de dudas-- esté de luto. Y es que, para las voces críticas con el panorama actual del arte, todo es cuestión de una modernización de estructuras. Asimismo, a esa larga lista de propósitos debería añadirse también como dijo Bea Espejo, “la necesidad de cultivar la filantropía como un valor cultural, algo que cuesta mucho, aunque no dinero. Eso es, auténtico amor al arte”. En definitiva, a pesar de que la crisis económica haya asentado en las galerías un aire cargado que hay que ventilar, insisto en la necesidad de replantear los proyectos a exponer, así como la propia organización de las salas de arte. Al fin y al cabo, el problema real es el complicado entendimiento del arte contemporáneo y todo aquello que le rodea. Hay que sacar como sea el arte a la calle.

Comentarios

Esther ha dicho que…
He tenido conocimientos sobre lo que ha pasado con el Centro José Guerrero, ha sido tremendo. Me he quedado sorprendida del cierre del Museo Chillida-Leku, museo bellísimo en un entorno fantástico, estuve hace unos años. No hay derecho a las malas gestiones, las malas formas, las prepotencias por parte de administraciones públicas. Es triste.

Aquí en Madrid, las galerías están completamente vacías de público, entrar en ellas crea incluso 'respeto', escuchas tus propios pasos y uno no acaba de estar cien por cien a gusto. Ha habido una época que los precios de las obras estaban desorbitados. Los mismos galeristas, en su mayoría, son gente completamente insolidaria con los demás, es gente que ha perseguido, como te cuento, a coleccionistas hasta la saciedad intentando vender y si finalmente no les has comprado te llegan hasta retirar el saludo. Tal cual. Entiendo que mucha gente prefiera elegir irse a Cancún. ¿Es que a ellos les apoya alguien en su trabajo?

Es compleja tu idea de sacar el arte de las galerías a la calle. También es verdad que entre todo ello hay mucho arte mediocre. Por lo que la gente prefiere ir a un gran museo tipo El Prado o el Reina Sofía, o otros grandes centros, y saber que está viendo magníficas obras de arte sin sentir que nadie te presiona (para que les compres o te miran de arriba abajo para saber tu nivel económico, como ocurre en las galerías). Esto es real.

Millones de besos, Eric.
Eric GC ha dicho que…
Me encanta cuando das tu opinión, Esther. Cada día te adoro más.

Trillones de besos para ti.

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