Una figura divertida, inclasificable y alocada (reseña literaria)

Podríamos hablar de una de aquellas historias propias del sueño americano, esas en las que un pobre hombre triunfa y es considerado un ejemplo para sus conciudadanos. Podríamos hablar, también, de una de aquellas historias irlandesas, esas en las que el final siempre es triste y descorazonador. El personaje de Richard Brautigan conjuga ambas historias en su vida. Escritor inclasificable en su época, y aún hoy, Brautigan es una de esas mentes literarias inquietas que hicieron de la ironía y el sarcasmo un arma perfecta para criticar a la tan “perfecta” sociedad norteamericana de los años 50 y 60. Considerado uno de los buques insignia del movimiento contracultural de aquellas épocas junto a Bob Dylan, Allen Ginsberg o Timothy Leary, su grandeza reside en esa mezcla de lo melancólico y lo humorístico. Podríamos decir que es uno de los mejores discípulos de Mark Twain, aunque su identidad siempre se vio marcada por esos aires alocados y paranoicos que, finalmente, le conducirían a los excesos y a la muerte. Brautigan se suicidó de un disparo cuando aún no había cumplido los 50. 
Su biografía, la verdad sea dicha, resulta un tanto deprimente. Desde el abandono total de sus padres, el paso por un manicomio, el reconocimiento internacional por La pesca de la trucha en América --que ha publicado la para mí excelente editorial barcelonesa Blackie Books--... a la desidia total y el olvido de críticos y lectores. Cuando uno nombra a Brautigan hoy día, difícilmente alguien puede reconocer quién fue. Sin embargo, su literatura ha influido a muchísimos otros escritores como Murakami, Raymond Carver o David Foster Wallace, por nombrar alguno. Su literatura, podríamos decir, es un fiel reflejo de su vida. Al leer La pesca de la trucha en América uno no puede no dejar de sonreír con las alocadas historietas y la extrañeza de su planteamiento a modo de mini-relatos. Realmente, este libro es atípico a más no poder. Aún con todo, la fuerza con que refleja a sus coetáneos es impresionante. El juicio que Brautigan recrea a través de sus palabras le hacen merecedor de todos los merecimientos habidos y por haber en el arte de lo mordaz. A veces creemos estar ante las reflexiones de un pobre borracho pero... ¿no dicen que los niños y los borrachos son los únicos que dicen la verdad? La lectura de esta “novela” es más que recomendable para darse cuenta de la originalidad existente en el mundo de las letras. Menos mal que Blackie Books está recuperando a este amante de lo absurdo.

Comentarios

Entradas populares