Realidad que se torna arte (artículo de prensa)

'Migrant mother' (1936), obra de Dorothea Lange 

"La niebla que envuelve los principios de la fotografía no es ni mucho menos tan espesa como la que cubre el comienzo de la imprenta", escribía Walter Benjamin, quizá el gran filósofo del arte de nuestra era. Fijar las imágenes de nuestra realidad se convirtió, en un momento dado, en una necesidad. Fueron varias las personas que persiguieron el objetivo de inmortalizar aquello que veían y, cómo no, a sí mismos. En el año 1907, el historiador del arte alemán Alfred Lichtwark escribiría que “ninguna obra de arte se contempla en nuestro tiempo con tanta atención como los retratos de uno mismo, de los parientes próximos y amigos, y de la amada”. Esto, que en principio poco nos dice, sugiere un cambio radical en el pensamiento del arte al dejar claro que, con la fotografía, primaba más la investigación social que las distinciones estéticas. Sin embargo, ¿no se suponía que el arte contemporáneo se alejaba de la representación de la realidad? En el campo pictórico y escultórico así fue, al menos en la época de las vanguardias. Al adoptar la fotografía el papel que en su día tuvo la pintura, es decir, el de imitar la realidad, los pintores y escultores tuvieron una mayor libertad creativa para sus creaciones. Primaba la imaginación en lugar de la mera representación.

DEBATE ASEGURADO
¿La fotografía como arte o el arte como fotografía? Ese ha sido uno de los grandes debates que se han llevado a cabo durante el siglo XX y también en este siglo XXI. Benjamin recalcó que “si algo caracteriza en la actualidad las relaciones entre arte y fotografía es la tensión sin resolver suscitada entre ambos por la fotografía de las obras de arte”. Dicho de otro modo, al tomar la fotografía el relevo de la pintura muchos se preguntan si posee el mismo valor que ésta. Si tenemos en cuenta que, como bien dice Walter Benjamin, “en ninguna época ha respondido el arte a exigencias estéticas solamente”, será más fácil creer que sí, que la fotografía también es un arte que capta en tan solo un segundo un momento que nunca volverá a suceder pero que siempre permanecerá.
Una de las características del arte actual es el alud de dudas y preguntas que provoca. Eso ya nadie lo discute. En este sentido, la fotografía ha logrado a través del siglo XX convertirse en una herramienta precisa para hacer crítica social y, también, radiografiarnos a nosotros mismos. El filósofo y escritor barcelonés Félix de Azúa dice que “el arte siempre ha sido el espejo de las sociedades y de las cutluras, y nuestro arte ahora no hace más que reflejar lo que somos”. Más aún, gracias a la fotografía. Ejemplos para comprobar cómo gracias al arte de capturar realidades hemos podido reflexionar sobre una época o situación en concreto no faltan. Podríamos mencionar a Dorothea Lange, una de las grandes fotoperiodistas de la historia reciente de norteamérica, y sus retratos sobre la ‘Gran Depresión’. Las fotografías humanistas de Lange sobre las terribles consecuencias de la gran crisis de 1929 la convirtieron en una de las periodistas más destacadas del fotoperiodismo mundial. Hoy día se consideran auténticas obras de arte. De igual modo encontramos el trabajo de Walker Evans.
Aún con todo, creo que los que lograron elevar la fotografía como un arte fueron los artistas surrealistas como Man Ray o aquellos que formaron parte del grupo ‘Photo-secession’ --fundado en 1902-- como Alfred Stieglitz, Edward Steichen, Gertrude Kasebier, Clarence H. White y Alvin Langdon Coburn. Todos ellos consideraban a la fotografía como “un medio distintivo de expresión individual”. Esa es la clave para la defensa de la fotografía como arte, si es que nos interesa hacerlo, pues mucha gente puede vivir sin que la fotografía sea reconocida como tal.
Es precisamente en el momento en el que la fotografía se despreocupa de su condición artística, desligándose de los planteamientos estéticos tradicionales, cuando adquiere un estatus creador. Ese preciso momento es el que hace de la fotografía una disciplina autónoma, que se convierte en un medio de expresión para todos los creadores transgresores de los años veinte y treinta. Henri Cartier-Bresson, Jacques Henri Lartigue, Bill Brandt, André Kertész, Ansel Adams... o más recientemente Robert Mapplethorpe o Richard Avedon, son hoy día, y sin discusión, claras referencias de las artes visuales.

VISIÓN PERSONAL
La fotografía, lejos de poder competir con la pintura, ha sido considerada, por su supuesta realización mecánica, la forma burda y facilona de reflejar la realidad más prosaica. Stieglitz, y como él muchos, concibió la fotografía como una visión personal del mundo, basada en la expresión propia, independiente de toda tradición visual. Esa expresión propia la encontramos también en muchos artistas de Castellón. Si tuviéramos que nombrar a personas que se dedican en la actualidad a recrear la realidad de una forma “única y singular”, nombraríamos a Pascual Arnal, Joel de las Heras, Laura Vallés, Reis Lliberós, Xavier Mariner, David de la Rosa, Juan Plasencia... La lista, de verdad, es extensa y con calidad.
En definitiva, la relación entre arte contemporáneo y fotografía es muy clara y en la actualidad una no se podría entender sin la otra (o casi). La realidad se tornó en arte gracias a las miradas de algunos curiosos.

Comentarios

Esther ha dicho que…
La Fotografía es uno de los grandes artes del siglo XX. Hay numerosos grandísimos fotógrafos, has nombrado unos cuantos de los cuales tengo catálogos de todos, se podrían nombrar muchos más naturalmente. Se ha nombrado el Séptimo Arte al Cine (compendio de todas las Bellas Artes). Y la Fotografía queda fuera como una de las Bellas Artes. Es inexplicable. ¿Dónde queda la fotografía? En qué etiqueta? Ya que lo etiquetamos todo.

Un beso.
Eric GC ha dicho que…
¿Y para cuándo un catálogo tuyo? Yo quierooooooo. O mejor, una de tus fotografías, jejeje. Sería un honor.

Besos y besos

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