Una identidad propia (entrevista a Manuel Borja-Villel)

Manuel Borja-Villel fotografiado por Agustín Catalán

Pregunta: Siempre ha estado en la primera línea del arte. Desde pequeño, ya destacaba en Burriana; después en Valencia, en la Universidad, y después en su estancia en Yale, en Nueva York, en la Hispanic Society; regresando a España, a Barcelona, a la Fundació Tàpies y después al MACBA. ¿Cómo ve la evolución del mundo del arte? ¿Qué papel gozan hoy los centros de arte en la sociedad?
Manuel Borja-Villel: Tal vez no ha habido otra época en la historia de la humanidad en la que el arte y la cultura hayan sido tan populares. Vemos cómo los museos andan siempre repletos de gente y el artista moderno ha dejado de ser un ser marginal para ocupar un lugar prominente en nuestra sociedad. Pero también es cierto que, posiblemente, el precio de esa popularidad sea la gran banalidad que domina el mundo del arte. La experiencia poética ha quedado absorbida por el espectáculo y la obra de arte se convierte a menudo en mercancía. Hoy, más que nunca, es necesario crear espacios de libertad, en los que la obra de arte sea capaz de generar nuevas formas de conocimiento y relación.

P: Llegó al Centro Reina Sofía en el 2008, por elección y no por nombramiento directo del ministro de Cultura, después de consolidar el MACBA y aupar, antes, la Fundació Tàpies a lo más alto. ¿Cuál está siendo el reto del trabajo?
B-V.: El Reina Sofía es, por estructura y colección, uno de los grandes equipamientos dedicados al arte moderno y contemporáneo. Los retos del Reina son enormes y afectan a los tres aspectos básicos de todo museo: los relatos (las historias que explican a través de obras), los dispositivos (los modos en que estas obras se articulan unas con otras) y los públicos (que no son un todo amorfo, sino una pluralidad heterogénea de individuos y colectivos). En el Reina Sofía estamos intentando replantear esas historias a través de la colección y de las exposiciones temporales. No buscamos la gran narración, excluyente y pretendidamente universal; sino la multiplicidad de relatos, que siempre van de lo local a lo global, al sistema mundo. En la misma línea, en los dispositivos de exposición buscamos un espacio híbrido en el que el proceso y la información sean tan importantes como la “obra acabada”. Este trabajo va acompañado en el Reina de una voluntad por hacer más ágiles nuestras estructuras de funcionamiento, que ahora siguen siendo muy encorsetadas. Con el proyecto de una ley propia, con más autonomía, similar a la que tienen en el Museo del Prado, ganaremos en dinamismo.

P: Sobre todo ahora, en su 20º aniversario como referente...
B-V.: El 20º aniversario significa dos cosas. En primer lugar, que el Reina Sofía es un museo muy joven; y en segundo, que se han conseguido logros importantes en un plazo de tiempo relativamente breve. No podemos olvidar que la Tate Gallery de Londres, por ejemplo, se fundó en 1900 y el MOMA de Nueva York, en 1929. Esto quiere decir que, durante estos 20 años, cada director, cada equipo, han ido aportando su trabajo y que la suma de este esfuerzo colectivo es significativa.

P: Siempre habla de crear una red museística. Entre tantas envidias y competitividad como hay, ¿es posible llegar a establecer una conexión? ¿a aunar criterios?
B-V.: El mundo se ha vuelto global. Ni estamos ni podemos estar solos, aunque quisiéramos. No existe un relato único universal, sino que la historia se escribe de un modo coral. Hoy, más que nunca, necesitamos del otro. Así, es necesario aunar esfuerzos, compartir proyectos y espacios. ¿Cómo? Es el gran reto al que nos enfrentamos. La crisis, a la que los museos no son ajenos, nos fuerza sin duda a compartir recursos y con ellos, por supuesto, experiencias.

P: Desde la creación del Espai d’Art Contemporani de Castelló, el arte más vanguardista, transgresor y crítico se ha hecho un hueco. Aun así, sigue siendo poco popular. ¿Existe alguna fórmula para que la sociedad se acerque más a este tipo de expresiones?
B-V.: La existencia de centros como el Espai d’Art es fundamental para la salud cultural de un país. Centros de estas características, pequeños y sin una colección, son mucho más capilares y ligeros que las grandes infraestructuras. Su trabajo diario en la promoción del arte contemporáneo y como lugares de discusión y producción es muy importante.



Manuel Borja-Villel fotografiado por Ricard Cugat


P: Conoce bien el mundo del arte contemporáneo de Castellón. ¿Qué o a quién destacaría?
B-V.: Castellón siempre ha sido un mundo aparte. Hay muchos artistas que han destacado, pero creo que el arte no tiene localización. Permítame, por otra parte, que no dé nombres, por deferencia.

P: Ha llegado al Reina Sofía y en tres años lo ha renovado y puesto patas arriba, reorganizando la colección y convirtiéndolo en centro de reflexión, discusión y participación. ¿Es el ‘Guernica’ la referencia absoluta?
B-V.: El Guernica es la piedra angular sobre la que se asienta la colección del Reina Sofía. La década de los años 30, que culmina con el Guernica, es desde los orígenes del museo y en todos sus anteriores proyectos museográficos el núcleo central de la colección, concentrando durante los 20 años de vida del museo los mayores esfuerzos de adquisición. Esta década es testigo del arraigo y el florecimiento del arte y de la cultura de vanguardia en España. Es una época de entrecruzamiento entre arte y literatura, la de los poetas-pintores, así como de compromiso de artistas e intelectuales con los acontecimientos políticos y sociales, como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Ángeles Santos, Luis Buñuel, Alberto, Val del Omar, Horacio Ferrer, Josep Renau y Mateo Fernández, entre otros. El Guernica marca el punto de vista que arroja perspectiva a toda esta época al testimoniar el cierre traumático de la experiencia moderna en España. En el discurso museográfico del museo, el Guernica no se concibe como una obra aislada, sino como integrante del Pabellón de 1937. El Museo Reina Sofía es la institución depositaria de un importante legado de pinturas, fotomontajes, fotografías y esculturas que formaban parte del Pabellón. Este constituye un hito en la historia de la vanguardia, no solo española sino también internacional, puesto que fue tomado por la vanguardia internacional como modelo de interacción entre prácticas artísticas y compromiso social y político.

P: En esos tres años ha revolucionado un centro de arte que parecía destinado a una muerte lenta, entre tantos problemas internos y externos. Ahora el MNCARS es una referencia, y se ha disparado el número de visitas.
B-V.: Es cierto que el número de visitantes se ha incrementado en el Reina Sofía de un modo exponencial. En el año 2007 estábamos en un 1.500.000 de visitantes y este año hemos alcanzado ya los 2.300.000. Ello se debe, en parte, a las políticas para facilitar el acceso a los visitantes, a la apertura del Palacio Velázquez. Pero, sobre todo, a la apuesta por otra forma de entender los públicos. Se han multiplicado las exposiciones y las temáticas, lo que no supone un gasto añadido al museo, porque la mayoría de ellas itineran o son coproducciones con otros centros, y estas se dirigen a sectores muy concretos. Del de los arquitectos, a los cinéfilos o ceñidas para escolares. Todas estas minorías acaban generando una gran mayoría. Por otro lado, la reordenación de la colección ha sido muy importante también en este incremento de público.

P: ¿Qué tiene la Comunitat para ver nacer a algunos de los personajes del mundo del arte contemporáneo más importantes? Usted es de Burrriana; Tomás Llorens, exdirector del Reina y del Museo Thyssen es de Almassora; y Vicent Todolí, exdirector de la Tate Modern, es valenciano. Y todos triunfan en lo más alto, pero siempre fuera de la ‘terreta’.
B-V.: Efectivamente, Llorens estuvo al frente del Reina y del Thyssen, así como primer director el IVAM. Todolí estuvo en el IVAM, en la Fundación Serralves y en la Tate Modern de Londres. Pero no son los únicos, hay gente muy válida que ha desarrollado sus primeros trabajos como conservadores o directores de museo en la Comunitat. Bartomeu Marí o Nuria Enguita, por mencionar dos personas que conozco bien, también se han formado aquí. No sé el por qué hemos llegado a ocupar cargos de cierta relevancia en el sistema internacional de museos. En cualquier caso, la pronta aparición, en Valencia como en Barcelona, de instituciones que están dedicadas al arte moderno y contemporáneo seguro que tiene mucho que ver.

P: Periferia versus centro; norte versus sur… son elementos constantes en su discurso. Barcelona es periferia de Madrid, Madrid lo es de Europa, y Castellón, parece que de todas partes. ¿Castellón, dónde se encuentra en ese mapa?
B-V.: La modernidad tendió a estructurar el mundo desde un punto de vista en el que ciertas ciudades (París, Nueva York…) eran el centro y otras la periferia. Se pensaba que la periferia se situaba siempre unos pasos por detrás del centro. En realidad, se trata de una visión un tanto perversa. La modernidad no quiso entender que el centro y la periferia eran las dos caras de la misma moneda. Uno no podía existir sin el otro y, por tanto, la idea de que, en algún momento, la periferia alcanzara el centro es falsa. La modernidad ocultaba e ignoraba la crueldad del proceso de colonización de la que esta era parte. Sin embargo, en el período global en el que vivimos, es posible pensar el mundo desde lo local. Castellón debe buscar, en este sentido, su identidad, una que pasa no por querer ser Madrid o Barcelona, sino por identificar aquello que le es específico y aquello con lo que puede tener una incidencia en el sistema mundo. Y ahí, el Espai d’Art, junto a otras instituciones, juegan un gran papel.

Comentarios

Esther ha dicho que…
Estoy encantada de tenerlo de director en el Reina Sofía, ha dado un vuelco considerable al centro mucho más fresco, más vivo más moderno como debe ser. Suelo pasearme por sus grandes salas y disfruto con tanto buen arte a mi alrededor. He visto grandes exposiciones. No me importa ir todas las semanas, cuando hay menos público, y revisar alguno de sus espacios, siempre me llevo sorpresas, descubro, me lleno de energía positiva, creativa.

Estas últimamente que te sales, me ha gustado mucho la entrevista y las respuestas de Manuel, qué sabio, qué lucidez, que inteligencia.

Miles de besos, Eric.
Eric GC ha dicho que…
Hay que decir que Borja-Villel tuvo y tiene las ideas muy claras. Eso es de agradecer en la organización de un gran museo, y más si es de arte contemporáneo. Llevaba tras de él unos tres años y, por fin, cuando volvió por aquí pude entrevistarle. Es un cerebro auténtico. Reconozco que quisiera saber más opiniones suyas.
Un besazo Esther, mi comentarista y seguidora fiel.

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