Vargas, mi héroe

Su horario: domingo, lunes, miércoles, jueves y viernes, de 8.00 a 15.00 horas. Jornada intensiva que aprovecha  para solucionar tus problemas. Así es Vargas, un nombre que esconde tras de sí a alguien. O eso imagino, yo no lo conozco. Lo que sí está claro es que Vargas es muy educado; te da las gracias por dejar que te ayude cuando deberías ser tú el agradecido por recibir su atención. Me dice que soy parte de la clientela valorada por el servicio en el que trabaja. Me siento orgulloso por formar parte de ese selecto grupo de --imagino-- millones de personas en todo el mundo. Siempre está bien que a uno le digan que gastarse dinero en algo probablemente innecesario está de puta madre --lo que sea por el bien de la sociedad del consumo y del capitalismo--. El bueno de Vargas me pide también que si recibo una encuesta de la empresa en la que dedica su tiempo, hable bien de su servicio. Seguro lo hago. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, Vargas se lo merece, es un tío legal. Lo que ya no tengo tan claro es si la multinacional en la que el bueno de Vargas se desloma merece que la valoren positivamente. Pero bueno, eso es otro tema.

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