Nicolau de Figueiredo, un portento del clave (Tardor Cultural de Vilafamés'11)

El clavecinista brasileño Nicolau de Figueiredo

Su pelo rojizo y su tez blanquecina nos confunden al verle. Cualquiera pensaría que procede de tierras del norte o centro de Europa. Sin embargo, una vez conocemos su nombre, las dudas sobre su lugar de origen se reducen considerablemente. Nicolau de Figueiredo, que así se llama el enigmático clavecinista que protagonizó el segundo concierto de la Tardor Cultural de Vilafamés, es brasileño y su forma de hablar de Sevilla. Curioso, pero comprensible, puesto que ha dirigido y colaborado con la Orquesta Barroca de Sevilla en numerosas ocasiones. Su currículum es extenso y repleto de excelentes críticas, algo que, a tenor de lo que fuimos testigos en el Museu d’Art Contemporani de Vilafamés, no es de extrañar.
El siglo XX supuso, a nivel de la investigación musical, la recuperación de los instrumentos antiguos. Muchos pensaron que no era lo mismo interpretar las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach, al piano cuando su formato original era para clave. Nicolau de Figueiredo apareció en esa misma centuria, “un portento al que la naturaleza ha encomendado encumbrar este instrumento hasta el lugar que nunca debió perder”, tal y como remarcan muchos críticos. Yo reconozco que nunca fui amante de este instrumento. Una sesión de clave, como dicen muchos, puede convertirse en una tortura o en pura ambrosía. Todo depende de las manos de quien interprete las piezas. En este caso, puedo decir, con total sinceridad, que Figueiredo es un auténtico genio que hace de sus actuaciones experiencias inolvidables.

extraordinario
Sensibilidad, pasión, un dominio fascinante de la técnica... Creo que no fue al único que dejó embobado durante el concierto en el Palau del Batlle. El brasileño, al que muchos descubrieron como “el más imaginativo continuista que haya trabajado nunca junto al célebre René Jacobs” y que se hizo un importante nombre como solista con un extraordinario recital scarlattiano, afrontó la delicada empresa de interpretar a Johann Christitan Bach.
Lo esencial de la producción para clave solo de J. C. Bach (1735-1782), el último de los cuatro hijos músicos de Johann Sebastian, y el que menos se le parece, se resume en dos recopilaciones de seis obras cada uno que ha pasado a la posteridad con los números opus 5 y 17. Figueiredo nos deleitó con cuatro de sonatas para clave, piezas todas ellas que poseen una gran innovación para su época y que dejan entrever, perfectamente, el camino a seguir hasta llegar a la música “mozartiana”. Durante toda su actuación pudimos ver a un concentrado intérprete, cuya genialidad irradiaba a toda la sala. Sus expresiones, contenidas en ocasiones, eran un claro síntoma de su pasión por la magnífica partitura que tenía ante sus ojos. El público se rindió ante el exuberante colorido de las notas que interpretaba. Y el clave, que nunca me llegó a entusiasmar del todo --lo confieso, y perdonen si ofendo a alguien--, me dejó sin palabras, absorto en un viaje inolvidable por la historia de la música.
Como segunda propuesta del presente festival de la Tardor Cultural de Vilafamés, debo decir que fue admirable ser testigo de una actuación de tal magnitud, que fue limpia y rotunda, de un equilibrio envidiable y unas virtudes --las que posee Nicolau de Figueiredo, y que son muchas en el apartado de la interpretación-- que no pueden dejar a nadie indiferente. Un concierto con mayúsculas, sin duda.

Comentarios

Me dicen Stephie ha dicho que…
¿Permanece en la vaguedad? Hoy desperté a la mitad de la madrugada, dispuesta a preguntártelo. 1:45 am.
Eric GC ha dicho que…
Nunca fui breve, ni claro, ni conciso, tal y como mi profesora de Química quería que fuera en la adolescencia. ¿Respondo a tu pregunta? ¿O vuelvo a ser impreciso?

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